"Que el Rey no fume será un ejemplo"
Entrevista en dos actos. Ha llegado el día de la costosa cita con el cirujano del rey Juan Carlos, pero surge un imprevisto. Laureano Molins (Barcelona, 1952) llega dos horas tarde porque hoy se ha convertido en paciente. Lleva una radiografía en la mano. "Mira, mira. Ahí en el costado". No es habitual entrar así en el interior del entrevistado. Un puntito blanco en una costilla indica una lesión. ¿Cómo ha ocurrido? "Jugando a fútbol. Con razón me dolía", responde. También practica tenis, frontón y pádel. "Mis colegas me dicen que con tanto deporte pongo en riesgo mis manos, pero así cuido mi salud". Los buenos hábitos le vienen desde pequeño porque sufrió una larga enfermedad. De ver tanta bata blanca, también nació su vocación.
Cuando el médico tenía 11 años, don Juan Carlos visitó su casa
A causa del retraso, Molins busca un hueco en su agenda para mañana. "¿No volveremos a hablar del Rey, verdad? Ya he dicho muchas veces que no tiene cáncer", añade antes de despedirnos.
Segundo acto. La radiografía aún preside la mesa. Inevitable: empezamos hablando del jefe del Estado. Molins le extrajo, el pasado mayo, un nódulo del pulmón que resultó ser benigno. Hacía apenas dos meses que el médico había empezado a trabajar en el hospital Clínic, de Barcelona, como jefe de cirugía torácica del Instituto Clínico del Tórax. No era la primera vez que veía al Monarca. Estuvo en su propia casa cuando Molins solo tenía 11 años. Su madre era hermana de Laureano López-Rodó, ministro durante la dictadura de Franco, que cuando viajaba a Barcelona se alojaba en el domicilio del futuro cirujano. En esa ocasión le acompañaban los Príncipes de España. "Era su tutor. Recuerdo que me dijeron 'pórtate bien'. Ahora, el Rey me dijo que mi tío fue muy importante para España".
En un mundo sin fumadores Molins tendría poco trabajo. El 90% de sus pacientes tienen nódulos en el pulmón por fumar. Muchos son mayores de 60 años. Una generación adicta al tabaco, heredera de esa sociedad en la que el cigarrillo imprimía carácter. El Rey, con 72 años, forma parte de ella. Molins recuerda que hubo un tiempo en el que nadie pensaba que fumar dañaba la salud. "Era una condición para hacerte adulto". Él fumó hasta que se fue a estudiar a Estados Unidos, en los años ochenta, cuando se empezó a difundir el daño del tabaco. "Aquí vamos por detrás".
La mención al Monarca da pie a preguntarle al doctor de nuevo por él: ¿Y cómo se encuentra? ¿Por qué no viajó al Mundial de Sudáfrica? "Es un viaje largo, pero está bien. No tiene que ver con la operación". ¿Don Juan Carlos es tan próximo como cuentan quienes le han tratado? Molins lo confirma. Y como ejemplo explica una anécdota. Tras la operación, su majestad tenía una vía para administrarle sueros en cada mano. Molins le pidió que escogiese una para retirarla. "Le daba igual, y le propuse jugarlo a una moneda. Le dije: 'Si sale su propia cara, retiramos la mano tal". Insiste en que para él todos los pacientes son importantes. "Cuando les veo bien también les digo 'te veo como un rey".
Molins explica que, hoy en día, de cada 10 pacientes solo pueda operar a tres. "Los siete restantes llegan demasiado tarde". No todo el mundo pasa por un chequeo como el Rey. Como fumador, su revisión anual incluye supervisar los pulmones. Molins defiende la implementación de un programa de criba con TAC, focalizado en la población realmente con riesgo: fumadores durante más de 30 años. Aún se podría ser más selectivo: que además padezcan enfisema o EPOC. Eso sí, para pasar por la prueba Molins pondría una condición: que el paciente siguiese un programa de deshabituación tabáquica. E implantaría controles para asegurarse de que cumplen.
El cirujano lamenta que hoy en día, con los actuales programas para abandonar el hábito, solo lo deje el 32% de los que empiezan. Aun hoy, "la manera más eficaz es un susto". ¿Como el que ha tenido don Juan Carlos? "Él sabe que se ha ganado la operación por ser fumador". ¿Volverá a fumar? "Que el Rey no vuelva a fumar será el mayor ejemplo", concluye rotundamente.
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