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Días de diversión

Los veteranos, almas fiesteras

Más de un centenar de experimentados 'blusas' reivindican su papel en la forja de las fiestas de La Blanca

Ahí aparecen todos los años, puntuales el 8 de agosto, en las escalinatas de San Miguel. Los blusas veteranos, el alma de una fiesta que, como en estas mismas páginas reconoce la directora de Turismo del Ayuntamiento de Vitoria, Ana Lasarte, comienza a adquirir tintes cosmopolitas. Pero antes de la llegada de los turistas, estaban los blusas y, sobre todo, los veteranos, verdaderos valedores de las fiestas que arrancan con la bajada del Celedón el 4 de agosto y que concluyen, hoy, con la subida del aldeano de Zalduendo a las doce de la noche.

La idea de dedicar un día de homenaje a los blusas que abandonaban la actividad festiva se le ocurrió un 25 de julio de 1977 al periodista Javier Cameno. "Ya se sabe, los hijos, las obligaciones, la familia política... Llega el momento de retirarse de la cuadrilla, pero tampoco era cosa de un cambio drástico. Así que, hablando con los amigos, pensamos en dedicarnos un día a los que íbamos abandonando el papel de blusa, y me dijeron: '¡Quién mejor que tú para ponerlo en marcha!'.

La idea de un homenaje se le ocurrió a Javier Cameno en 1977
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No extraña. En aquellos tiempos no había ni facebook, ni twiter, ni messenger. Y Cameno trabajaba en Radio Vitoria, de la que fue director, y en el extinto diario La Gaceta del Norte, dos de los principales medios de comunicación de la ciudad. El éxito de la convocatoria entre la vieja guardia fue extraordinario. Se reunieron 251 veteranos. "Los conté uno a uno", recuerda Cameno. El programa, como mandaban los tiempos, incluía misa y aurresku, pero también comida en un restaurante cercano a la vieja estación de autobuses y visita al Hospicio, para atender con presentes a los niños huérfanos.

Desde entonces, se mantiene en esencia esa rutina, con novedades como la incorporación de las mujeres de los blusas veteranos (en aquellos tiempos no había neskas) a esta jornada, en la que de media vienen a participar unas 120 personas. "Hay veteranos para rato", asegura el periodista. "Los que mantenemos el espíritu festivo somos suficientes para que la tradición perviva".

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Lo cierto es que cuentan con alicientes como el concurso de baile El meneíto veterano, que ya hace 15 años pusieron en marcha los blusas de Nekazariak en la plaza de la Provincia y que se presenta, como bien se pudo comprobar ayer, como uno de los atractivos de la hora del aperitivo. O las actividades gastronómicas que organizan las cuadrillas Bereziak y Alegríos.

Hace diez años por estas fechas, el blusa Cándido Alsúa, de Los Vainas, anunciaba a este periódico el declive del modo festivo. "Éramos igual de juerguistas, pero bailábamos mejor", decía. Y en cuanto a las bebidas, entonces primaba el vino y como mucho el vaca verde, es decir, pepermint con leche. "Pero beber, bebíamos lo mismo". Ayer, en una concesión a las nuevas generaciones, Javier Cameno no matizaba grandes transformaciones entre las fiestas de antaño y las del siglo XXI. "Se trata de divertirse y seguimos poniendo un bote para el bocadillo: antes eran dos duros, ahora siete euros".

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