Mediterráneo amenazado
Por cada especie que se conoce en el Mediterráneo, y se conocen 17.000, quedan otras cuatro por descubrir, calculan los expertos. Este mar tan cercano es, a pesar de su relativo pequeño tamaño, muy rico en variedad de formas de vida. Está a la cabeza (es el cuarto) en la lista de las 25 zonas marinas con mayor biodiversidad, detrás de los mares alrededor de Australia, Japón y China, según el primer inventario completo, realizado por los científicos del megaproyecto internacional de investigación Censo de la Vida Marina. Lo malo es que, según este mismo estudio, es el primero en la clasificación menos deseada, la de mar más amenazado; también es el primero en otra lista indeseable, la de regiones marinas con mayor número de especies invasoras. Muchos de sus habitantes pueden desaparecer en pocas décadas sin que lleguen siquiera a conocerse.
Algunas de las amenazas que sufre el Mediterráneo, como la contaminación, son previsibles en un mar cerrado cuyos ribereños están tardando en darse cuenta de que el agua no es un basurero. Otras son más novedosas, como las asociadas al aumento de temperatura (cambio climático) y la pérdida de hábitat, relacionada con la construcción en sus orillas y la sobreexplotación de los recursos pesqueros con técnicas destructivas. Por orden, la sobrepesca es la mayor amenaza, seguida de la pérdida de hábitat, la contaminación, las especies invasoras, la subida de temperaturas, la hipoxia (falta de oxígeno) y la acidificación de las aguas.
En el Mediterráneo se conocen especialmente mal las zonas más profundas, y entre las especies conocidas las más abundantes son las de microorganismos, concretamente los protozoos, a los que siguen los crustáceos y los moluscos. Los peces solo representan el 4% de la biodiversidad.
En un mes en que las playas mediterráneas se erigen en protagonistas y abundan los problemas de contaminación por la avalancha humana, es bueno recordar que investigar para conocer lo que se tiene es la mejor forma de poder tomar medidas para conservarlo. La colaboración entre los países ribereños es la mejor herramienta y no se puede bajar la guardia. El Mediterráneo nos da mucho y mantener su equilibrio ecológico es vital.
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