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Crítica:LIBROS | Poesía
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Desolación luminosa

Antonio Moreno (Alicante, 1964) dista de ser un poeta nuevo, pues no en balde ha publicado más de una decena de libros de poesía (reunidos en Intervalo, Comares, 2007) y de prosas diarísticas. Sin embargo, su particular manera de hablar sotto voce lo ha convertido en una presencia apenas advertida en un mundo zarandeado por modas y contramodas y colonizado por la algarabía. La trayectoria de Antonio Moreno, que en su ya lejano Libro del yermo (1993) trazó el perímetro de la isla en que ha asentado sus reales, se caracteriza por la delgadez reflexiva, la precisión denotativa, la mesura de una imaginería mate y, en fin, una sutil forma de palpar las esquinas de la naturaleza, la existencia, el tiempo. Nombres del árbol es un paso más en una espiral que avanza, congruente pero no redundante, de fuera adentro. Unas tenues consideraciones biográficas constituyen el punto de partida de un proceso de sustanciación, hasta dar en quintaesencia pura, término de un decir replegado para no turbar la lección de las cosas. Aunque sus versos tienen empaque rítmico y adoptan la sucesividad del discurso racional, su poesía nos conduce a un lugar donde no existe ya sino la desolación luminosa del desierto. Decantados y enjutos, duros y diáfanos, los versos de Nombres del árbol delinean un territorio absorto donde las palabras se retraen para señalar, en su abandono, la almendra de la realidad; unas palabras, al cabo: "tan plenas, que decirlas / ha sido hacer el mundo y su silencio".

Nombres del árbol

Antonio Moreno

Tusquets

Barcelona, 2010

96 páginas

10 euros

<i>Licuala,</i> pintura de Pedro Ruiz, de la exposición <i>Oro. Espíritu y naturaleza de un territorio,</i> que se exhibe en el Ateneo de Madrid hasta el 15 de agosto.
Licuala, pintura de Pedro Ruiz, de la exposición Oro. Espíritu y naturaleza de un territorio, que se exhibe en el Ateneo de Madrid hasta el 15 de agosto.

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