Álava, polvorín político y judicial
Inquietud social y empresarial por el descrédito de la guerra política - La corrupción y el espionaje, detonantes
"Aquí, al único que nadie le discute nada es a Kerejeta", presidente del Baskonia, un club acostumbrado a dar alegrías y dotado de un unánime reconocimiento institucional por encima de cualquier sigla. Se trata de una de las frases manejadas por un veterano abogado de Vitoria en su distendido intento por dibujar la convulsionada situación social, política y económica que atormenta a Álava, y que tiene el epicentro de su seísmo en la propia capital.
La judicialización se ha apoderado del día a día alavés y entre las personas consultadas no existe una predicción clara sobre cuál será la solución a este jeroglífico tan enmarañado. A estas alturas, los casos de supuesta corrupción y de espionaje que afectan a afiliados significativos del PNV y la pelea en los juzgados sobre Caja Vitalprovocan entre los empresarios del territorio, un hastío elocuente, y entre los dirigentes políticos, una creciente preocupación, habida cuenta de la rivalidad desatada ya desde el inicio de la actual legislatura y a la que contribuye la escasa diferencia en votos que separa a las tres formaciones más representativas.
Hay dudas de que las próximas elecciones rebajen la actual tensión
"No sé si está en manos de Álava que haga su catarsis", dice un profesor
¿Qué se puede hacer? "Estamos condenados a seguir así hasta que vengan las elecciones
[locales y forales en 2011] y a ver si sirven para algo", reconocía el mismo abogado, quien entiende la irrupción de los casos de espionaje y corrupción como el detonante para envenenar las ya tormentosas relaciones entre partidos. "Si se sentencian como ciertos los hechos que van apareciendo, sería una losa para una manera de hacer política de un partido como el PNV y si no es para tanto como están diciendo sus defensas y se causa un serio perjuicio personal y político, la tenemos armada y encima la Justicia quedará malparada", indicaba la misma fuente.
La complejidad de los sumarios abiertos impide acortar los plazos como sería del agrado de los imputados y del propio PNV. Otra cosa bien distinta es que pueda congelarse la difusión de nuevos hechos supuestamente delictivos. En medios judiciales ha hecho mella la denuncia presentada contra varios medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS, por revelar detalles sobre los ertzainas que supuestamente espiaron a favor de Aitor Telleria, así como la advertencia del presidente del ABB, Iñaki Gerenabarrena, para que se detenga la filtración de datos contemplados en los sumarios abiertos.
Y es que la imputación judicial en estos escándalos de cargos institucionales y orgánicos del PNV ha alentado en este partido una corriente en favor de que se depuren responsabilidades, alentada por la propia dirección del EBB. Gerenaberrena lucha a brazo partido por recordar que "jamás" podrá demostrarse que el PNV "es corrupto o ha espiado a nadie". La realidad es otra: la justicia trata de dilucidar si algunos afiliados del PNV, y no el partido como tal, han hecho semejantes tropelías.
¿Cuál será su repercusión? Mientras la opinión publicada y algunos significados dirigentes del PNV admiten que "estas cosas siempre se acaban pagando", los únicos datos sondeados minimizan el impacto. Una encuesta vinculada a sectores próximos al PP concluyen que "el PNV ganaría por poco en Álava si no se presenta la izquierda 'abertzale'". Más: el sondeo de la Diputación de Álava (PNV y EA) hablan por supuesto del triunfo jeltzale, pero sobre todo exhiben que la polémica en torno a las andanzas de Alfredo de Miguel y Aitor Telleria apenas son conocidas por uno de cada cuatro encuestados.
Ahora bien, si se cumplen los pronósticos, a la vuelta del verano el caso de supuesta trama de corrupción entrará en el Parlamento vasco. Y entonces la dimensión mediática será exponencial con un lógico desgaste para los afectados.
¿Quién lo aprovechará? En el PP están convencidos de que "todo lo que está haciendo el PNV con la crítica muy tibia del PSE no les puede salir gratis". Los populares sangran por la herida del pacto entre Txarli Prieto (PSE) y Gerenabarrena (PNV) que les impidió volver a la Diputación como contraprestación al voto concedido a Patxi López para su investidura como lehendakari.
Desde el bando socialista, la preocupación se ha trasladado a la ejecutiva de Euskadi gracias a la presión incesante de Antonio Basagoiti y, principalmente, de los alaveses Alfonso Alonso e Iñaki Oyarzábal, encargados de denunciar la "connivencia de los socialistas con un partido que tiene a muchos de sus afiliados imputados por corrupción y espionaje". Para ser más explícitos: en el PP trabajan sobre la hipótesis de que Prieto y Gerenabarrena tienen trabado un acuerdo de largo alcance que superaría el margen de la actual legislatura. La prueba del algodón llegará en las elecciones de 2011. Entonces, si el PP tiene a mano el Ayuntamiento o la Diputación reclamará el apoyo del PSE-EE y Basagoiti consideraría el rechazo casus belli.
Hasta entonces, el PP va a proseguir su carrera de desgaste. Y en este contexo enmarca a la Caja Vital. Aquí también tienen la espina clavada del último proceso judicial y de la amarga experiencia del pacto con Gregorio Rojo que dinamitó Prieto. A pesar de la reciente llegada de Carlos Zapatero a la presidencia de la caja alavesa, o quizá precisamente por eso, los populares seguirán con esta dinámica judicial.
Así las cosas, como dice un profesor universitario, "Álava sabemos que parece una isla con relación a Vizcaya y Guipúzcoa, y que siempre la consideramos distinta, pero ha entrado en una dinámica que no tiene un pase". Y aventura, escéptico: "Es algo más que una catarsis lo que se necesita, pero no sé si está ya en sus manos".
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