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Reportaje:

Diagnóstico: exceso de veraneantes

201 sanitarios refuerzan 46 centros de atención en localidades de la costa

Dora Elvira Riveros ha sido desplazada junto a otros cinco compañeros a El Puerto de Santa María (Cádiz) para reforzar la atención a la población y a los visitantes que acuden a la playa para disfrutar de las vacaciones. Riveros sabe bien lo que es cubrir la demanda sanitaria de una población que se duplica, según fuentes municipales, en los meses estivales (de 80.000 a 160.000 habitantes). Desde hace siete años, esta profesional de la medicina renuncia a sus vacaciones de verano para servir de refuerzo al consultorio situado en el paseo marítimo de Valdelagrana, zona residencial y turística de la localidad gaditana. "Si no estuviera tan cerca de la playa, a lo mejor no habría tantos pacientes", aclara con una media sonrisa.

"Hay gente que exige que le atiendan antes", dice una auxiliar
Un 20% de las camas de hospitales quedan libres por falta de pacientes

Como Riveros, otros 201 profesionales sanitarios refuerzan hasta el 15 de septiembre los 46 centros de atención primaria de las localidades costeras andaluzas con mayor afluencia turística. Un total de 88 médicos, 83 enfermeras, 31 auxiliares más para cubrir 17.751 jornadas de trabajo en las provincias de Almería, Cádiz, Granada, Huelva y Málaga.

Además, el plan de verano de la Junta dejará un 13% de camas en reserva. Según la Consejería de Salud, esta cifra no supera el 20% de camas que suelen quedar libres, debido al reducido número de hospitalizados en verano. "Este sistema permite reagrupar a los enfermos para que algunas plantas permanezcan cerradas y se pueda ahorrar gastos", explica una portavoz de la Consejería. "En caso de necesidad, estas camas vuelven a estar disponibles", concluye.

El perfil de los sanitarios contratados para el refuerzo suele responder al profesional de la medicina que no dispone de plaza fija y realiza sustituciones eventuales durante el resto del año. Por eso, muchos ven el periodo estival como una oportunidad para poder trabajar de manera continuada: "Así gano algo más, mientras que el resto del año podría decirse que soy mileurista", confiesa Riveros sin detallar cifra exacta.

Mientras el viento de levante incomoda a los que transitan por el paseo marítimo, en el interior del consultorio reina la calma y el silencio. Casi es mediodía y solo quedan tres pacientes por atender. "Ya ha pasado lo peor", asegura la única administrativa de este módulo perteneciente al céntrico ambulatorio de Federico Rubio. Desde el otro lado de la mesa, calcula que han dado cita a unos 30 pacientes en esta mañana de julio. Pero, asegura, que otros veranos atendían a muchos más: "Casi no se podía andar por aquí. Desde las 7.45 [quince minutos antes de la hora de apertura] ya estaban llamando a la puerta para entrar", susurra para evitar ser oída.

La excesiva demanda sanitaria origina que en ocasiones, el personal médico viva situaciones "difíciles". "Hay gente que viene exigiendo que le atiendan antes que a nadie. Una mujer intentó agredirme para que le diera la baja laboral que no me correspondía", recuerda.

Los años de experiencia les sirven a los profesional para hacer frente a muchos imprevistos, pero siempre hay algo que solventar, como sucede en cualquier servicio donde se duplican los usuarios.

Consultas innecesarias y cariño

La mayoría de pacientes son personas de avanzada edad que acuden para actualizar el tratamiento médico de la tarjeta electrónica sanitaria, aquella que sustituye a las antiguas recetas para la medicación de larga duración. "Deberían haber pasado por su médico de cabecera para tener prevenidas todas las medicinas durante su estancia eventual", apunta Riveros como posible solución para evitar muchas consultas innecesarias que colapsan los centros. "Otros ni siquiera se dan de alta aquí", añade.

También suelen aquejar molestias puntuales, como las producidas por los cambios en la alimentación, dolor de oído causado por el agua del mar o dolores articulares por un exceso de actividad. En este sentido, esta médico con más de 16 años de experiencia, alude a que muchos no vienen por un motivo grave, sino por la necesidad de ser atendidos: "Necesitan que les den un consejo para que se sientan seguros hasta que vuelvan a ver a su médico de cabecera pero, sobre todo, necesitan cariño".

Otras consultas suelen ser las más habituales en estas zonas de costa, como las atendidas por picaduras de mosquito, quemaduras por la exposición solar, bronquitis, o las curas que se realizan en las propias casas a los intervenidos quirúrgicamente.

Según lo estipulado, la consulta debe tener una duración de cinco minutos para cada paciente, aunque "siempre se demora". Además de la falta de tiempo y el poco espacio -la sala de espera no mide más de 20 metros cuadrados y una de las dos consultas la comparte médico y enfermera- hay otros asuntos que preocupan más al personal sanitario: "Vienen muchos madrileños y extremeños, sin informe médico que acredite el tratamiento que necesitan", explica.

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