Cuando el hospital consigue funcionar como un reloj
El registro de pacientes politraumatizados del 12 de Octubre ha mejorado la rapidez de la atención y la supervivencia de las víctimas
Aquel 31 de agosto de 2008 fue decisivo en la vida de Rocío Carrillo. Eran las seis de la tarde, salía de trabajar y circulaba por la M-501. Otro coche, que conducía un hombre borracho, se la llevó por delante. Cuando consiguieron sacarla de entre los hierros, hora y cuarto después, la subieron a un helicóptero y en 20 minutos aterrizó en uno de los dos helipuertos del hospital 12 de Octubre. De ahí, a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Traumatología, que está justo debajo. Llegó en shock, con la pelvis fracturada y traumatismo abdominal y torácico. ¿Por dónde empezar? "O se sigue un esquema muy rígido o cada paso es una posible equivocación", dice el jefe de sección de la UCI de Traumatología del hospital, Emilio Alted. Eso fue precisamente lo que hicieron con Rocío. Todos -intensivistas, traumatólogos, cirujanos- sabían cuándo y en qué orden intervenir. Pese al mal pronóstico de la paciente, que tenía un 40% de posibilidades de no contarlo, consiguieron sacarla adelante. A los cuatro meses caminaba; hoy está prácticamente como antes de aquel último día de agosto.
Los protocolos ayudan a saber en qué orden hay que actuar
Más de la mitad de los traumas proceden de accidentes de tráfico
El engranaje funcionó porque detrás había un protocolo, y detrás de él, un registro que, desde 2002, ha recogido todos los casos de pacientes politraumatizados (accidentes de tráfico o laborales, caídas, agresiones...) que llegan al 12 de Octubre.
Uno a uno, los casos se han analizado -se consignan entre 80 y 100 parámetros de cada uno- para estudiar qué se puede mejorar y cómo hacerlo para que, al final, la asistencia funcione como un reloj y se salven más vidas. El registro tiene carácter multidisciplinar, es decir, lo gestionan varias especialidades (traumatólogos, cirujanos generales y médicos intensivistas) que suelen trabajar juntas cada vez que entra un paciente con traumatismos graves.
Los datos de más de 1.400 casos han servido para analizar los protocolos existentes y proponer otros nuevos. Y, probablemente, para salvarle la vida a Rocío. "Sé que estoy como estoy porque me trajeron para acá", explica. "La doctora que me atendió en la carretera no lo dudó. Dijo que teníamos que venir al 12 de Octubre". Un centro que, como demuestra el registro del proyecto Traumasur, tiene especial interés en los casos de traumatología. Sus instalaciones también ayudan. Es el único hospital de Madrid con dos helipuertos, uno sobre el edificio de urgencias, lo que permite un traslado rapidísimo. "Subimos nosotros mismos a por el paciente y hablamos con el médico que lo ha atendido. Para nosotros es importante saber hasta en qué asiento iba sentado", señala Alted. Siempre hay un equipo de guardia: cirugía general, traumatología, neurocirugía, plástica, maxilofacial, urología, vascular, radiología intervencionista...
El registro ha mejorado mucho la asistencia, aseguran los profesionales que lo gestionan (el cirujano general Pedro Yuste, el traumatólogo Pedro Caba y el intensivista Emilio Alted), pero aún sería más útil si existiera a nivel regional o incluso a nivel nacional, como ocurre, por ejemplo, en Alemania. "En Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, hay sistemas regionales, donde dependiendo de qué tiene el paciente se le dirige a un hospital o a otro. Si una persona tiene un traumatismo craneoencefálico grave y no va a un hospital con neurocirugía, se está perdiendo un tiempo vital. Es una carencia que tenemos aquí, que no hay sistemas regionales o nacionales de atención al trauma", explica Yuste. Uno de los objetivos del registro era, por ejemplo, saber cuántos pacientes llegan trasladados de otros hospitales cuando tendrían que haber llegado directamente.
Pese a que están disminuyendo año a año, los accidentes de tráfico suponen el 52,2% de los traumas graves que ha recogido el registro desde 2002. Siguen en número de casos las caídas (12,6%), las agresiones (12,3%), los accidentes laborales (10,2%), los intentos de suicidio (5,8%) y los accidentes deportivos (3%). Por sexos, casi el 80% de los pacientes atendidos por politraumatismos han sido hombres. Y, dentro de los accidentes de tráfico, y pese a que los de automóvil siguen siendo mayoría (51,4%), hay otros dos tipos que dan mucho trabajo a los médicos: de motocicleta (24%) y los atropellos, que suponen casi dos de cada 10 de los politraumatismos que se atienden (18,7%).
La Dirección General de Tráfico (DGT) se ha interesado por el registro, aseguran sus responsables, porque no cuenta con datos fiables de lo que pasa con los heridos en accidentes de coche. Saben de los fallecimientos, incluso de los tardíos, que los hospitales les comunican periódicamente, pero no sobre las personas que sobreviven, que afortunadamente son cada vez más. Si son trasladados al hospital que mejor puede atenderles, qué secuelas les quedan, cuánto cuesta su asistencia... Un registro regional, explican, mejoraría mucho la asistencia. Como también lo haría un sistema de acreditaciones, que permitiera designar qué hospitales son los de referencia para cada dolencia y esté determinado adónde deben llevar a los pacientes.
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