Los 'ertzainas' imputados consultaban sus pasos con antelación a Tellería
Los agentes tejieron una red de confidentes en círculos de la sociedad alavesa
El avance en la investigación de la supuesta trama de espionaje, que se desprende de la causa por corrupción conocida como caso De Miguel, apunta a una relación de subordinación de los dos ertzainas imputados respecto al entonces dirigente del PNV, Aitor Telleria. A su servicio, y de manera concertada, hay indicios de que los agentes tejieron una variada red de contactos e informantes. Por sentimiento de impunidad total o chapucería, el caso es que ni siquiera se recataron en citarlos en sus informes ni se molestaron en camuflar al menos su identidad real.
Tellería dimitió de la ejecutiva que preside Iñaki Gerenabarrena - varios de cuyos familiares trabajan en la misma unidad que los imputados-, tras ser detenido el 17 de marzo por presunta corrupción. El ex dirigente del PNV, también ex concejal en el Ayuntamiento de Vitoria y cesado de su puesto de director del CEIA en el parque tecnológico de Miñano, se ha convertirdo en el nexo de unión entre ambas investigaciones, en curso en el juzgado número 4 de Vitoria, a cargo del juez Roberto Ramos.
Uno de los agentes imputados firmaba 'Karlitos' sus informes al dirigente del PNV
Las notas en poder de Tellería citan a la fuente de cada información obtenida
Un hermano de Jon Uriarte, ex director de la Ertzaintza, está en el cuerpo policial
El caso De Miguel parece, cada vez más, el caso Tellería. De momento, y que se sepa, es el único de los imputados en las dos causas y, al menos en la del espionaje, parece ir cobrando cuerpo su papel dirigente sobre la acción de los ertzainas. Si la información llegaba a sus superiores o si éstos eran de quienes partían las ódenes de actuar todavía es una duda abierta, que probablemente solo el propio Tellería pueda despejar.
La trama de espionaje, según ha podido saber EL PAÍS, tenía montada un sistema de fuentes; una relación de personas que pertenecían a diferentes círculos de la sociedad vitoriana, con las que los ertzainas se entrevistaban y de las que obtenían informaciones. Ni los objetivos ni los informantes con quienes guardaban relación los agentes parecen tener la menor conexión con su cometido profesional relacionado con la lucha antiterrorista.
Con los datos que extraían de esas conversaciones, los agentes elaboraban las notas que pasaban a Tellería. Además de trasmitirle la información, le daban cuenta en cada caso de la fuente concreta que se la había proporcionado. Personalidades del PSE, del PP, de la patronal alavesa SEA, o con supuestas relaciones con el CNI, fueron algunas de las personas de las que obtuvieron la información. Aunque también se hizo extensible a significados empleados municipales relacionados con el urbanismo e incluso a otros trabajadores de empresas privadas a los que señalaron por su simple parentesco con políticos al margen del PNV.
En un listado que maneja el juzgado existe al menos una decena de nombres de presuntos informantes de los ertzainas, uno de ellos autoidentificado como Karlitos en sus notas. A principios de 2008, este agente de la Unidad de Información y Análisis (UIA), ahora Unidad Antiterrorista, proponía a Tellería una relación de personas con las que tenían, supuestamente él y su compañero, intención de entrevistarse. No consta si esos contactos perseguían un objetivo común o cada uno respondía a una finalidad distinta, ni cuál podría ser ésta. Es algo que solo podrán deducir, en su caso, los responsables de la investigación, una vez que examinen la información que los agentes recabaron después de cada uno de esos encuentros.
Entre los contactos de los ertzainas hay profesionales de medios de comunicación alaveses, pero también de Vizcaya, conocidos constructores y promotores y personas relacionadas con el mundo inmobiliario. También constan empresas de seguridad y de enseñanza, concejales, ertzainas a los que se les atribuye el mantenimiento de contactos con el CNI, funcionarios ya jubilados del Gobierno o directivos de la SEA.
A la hora de trasladar la información a Tellería, Karlitos le remitía el listado de nombres y le pedía opinión e instrucciones, bien por si quisiera eliminar a alguno, bien porque considerara arriesgado o inconveniente el acercamiento a alguno de los personajes propuestos.
Esta prevención de los agentes induce a pensar que no calibrabran por sí mismos el alcance de lo que hacían o no conocían del todo el terreno que pisaban, por lo que precisaban la valoración y el visto bueno del ex diputado alavés. Algunos de esos contactos pudieron no ser conscientes del papel que estaban jugando al entrevistarse con los ertzainas, ni sospechar el destino de las informaciones, comentarios o chismorreos sobre terceras personas que intercambiaran con ellos.
Por su parte, Karlitos le pidió también a Tellería que le hiciera saber los nombres de otras personas que el entonces dirigente del PNV pudiera considerar de interés abordar.
El del espionaje es una pieza separada del caso De Miguel, que el juez Ramos decidió abrir a raíz de los registros en los que se hallaron, en poder del dirigente del PNV Aitor Tellería, informes sobre terceras personas de factura policial. El rastreo ordenado por el instructor condujo a la imputación de los ertzainas C.L. y J. A.
Más familiares de cargos del PNV en la unidad
Que los ertzainas destinados en la Unidad de Información y Análisis (UIA), ahora Unidad Antiterrorista, eran elegidos por razones de confianza política ha sido vox populi, dentro y fuera de la Ertzaintza. Que esa confianza se basaba, en similar medida, y en muchos casos, en los lazos familiares con cargos del PNV, ha sido igualmente conocido. Pero ahora se va desvelando hasta qué punto y, en esas misma medida, surgen las interrogantes sobre el conocimiento o influencia que pudieran tener los parientes dedicados a la política de las actividades que se desarrollaban cerca de sus allegados policías o a la inversa. Además de los varios familiares directos del presidente del PNV alavés, Iñaki Gerenabarrena, entre ellos su hermano, aparecen ahora otros; el director de la policía vasca hasta el cambio de Gobierno, Jon Uriarte, también tiene un hermano destinado en la misma unidad de los dos ertzainas imputados. Antes de dirigir la Ertzaintza, Uriarte fue concejal en el Ayuntamiento de Vitoria, al igual que el dirigente imputado en las dos tramas, la de corrupción y la de espionaje, Aitor Tellería, aunque no coincidieron en el mismo mandato. Uriarte se marchó a Interior antes de llegar Tellería al consistorio.
El hermano del ex director de la Ertzainza habría sido, según la información a la que EL PAÍS ha tenido acceso, una de las personas que entró al sistema para conocer las diligencias sobre los arrestos que convulsionaron al PNV el 17 de marzo -entre ellos, los del propio Tellería y el entonces miembro del gobierno foral, Alfredo de Miguel y sus mujeres.
El doble escándalo de la corrupción y el espionaje es con mucho el más preocupante que ha vivido nunca el PNV. Son muchos los que se han visto afectados como consecuencia previsible del sentido patrimonial con el que el partido construyó el autogobierno y de la ocupación ininterrumpida del poder durante treinta años. El listado es largo, pero nunca hasta ahora el presidente del partido había exigido a nadie en público su carné, muestra clara de que la inquietud es, ahora, mucho mayor.
El máximo responsable del ABB, Iñaki Gerenabarrena, que no secundó la petición de su jefe de filas, dijo ayer que le consta que los imputados piensan "con mucha firmeza" en adoptarla por fin. Dudan, explicó, porque temen que su renuncia se tome como una aceptación de culpablidad.
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