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Reportaje:TOUR 2010 | Otro triunfo español en París

El Tour de la eterna juventud

Contador y Schleck asumen plenamente el relevo de la vieja generación, representada por la retirada, de nuevo definitiva, de Lance Armstrong

Carlos Arribas

Va de símbolos, de colores. De juventud. Del segundo Tour consecutivo en el que Andy Schleck termina segundo en los Campos Elíseos por detrás de Alberto Contador; del tercer año consecutivo en el que el luxemburgués, de 25 años, subirá al mismo estrado, el arco del Triunfo de fondo para las fotos, con el maillot blanco de mejor joven -sólo Ullrich antes que él, entre 1996 y 1998, logró lo mismo: la diferencia es que un año, en el 97, Ullrich lo combinó con el amarillo-; de la promesa de un duelo que se puede perpetuar ad aeternum, lo que a algunos -el ciclismo es el único deporte en el que los cronistas sarcásticos, irónicos, son bienvenidos por todos- ya les produce náusea de antemano por sobredosis de sacarina, lo que a otros, líbrenos Dios de olvidarnos de la telegenia y el marketing, les hace felices.

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Así estaba ayer Christian Prudhomme, que llegó para dirigir el Tour en los años más sombríos de las sospechas y los escándalos y ahora se encuentra con que dos pipiolos de magnífica sonrisa y amable carácter, y encima amigos, son los protagonistas. "Les quedan por delante por lo menos seis años de duelos", dice Prudhomme, quien recuerda también la juventud del español -27 años y ya tres Tours, un Giro, una Vuelta, victoriosos- y se exalta y quiere recordar grandes duelos de la antigüedad. "Tenemos a Ocaña contra Merckx", dice, sin apostillar que era tan cerrada la rivalidad entre ambos que el español llegó a decir: "No hablo con Merckx. Dirigirle la palabra sería tanto como admitir su superioridad". Pero no importa. Prudhomme, quien en sus tiempos tuvo que lidiar con la policía y con Rasmussen, con Vinokúrov en pleno apogeo, con Kasheckin, va más allá. "Será como el Nadal-Federer del ciclismo".

"Andy es un grandísimo corredor", dijo Contador. "Sé la mentalidad que tiene, y me siento identificado con ella porque hemos compartido tiempo. Si todo va bien vamos a luchar los dos durante mucho tiempo porque los dos somos muy jóvenes". Después de, por fin, lamentar la ausencia de su hermano Fränk, caído y roto el día del pavés en el que Andy pudo haber ganado el Tour, el luxemburgués se sumó al pulso. "Volveré el año que viene para ganar", dijo el mago del SRAM. "Contador no es imbatible". Pese a lanzarle el desafío, y como muestra de buena voluntad, una más, hacia su amigo español, el pequeño de los Schleck quitó valor al símbolo de haber perdido el Tour por 39s, los mismos que perdió el día de la cadena. "Si no es por la cadena, Alberto me gana por 2s", dijo, con lo que demostró dos cosas, que sigue los consejos de Cancellara, quien le dijo que no se comiera el coco, que se olvidara de echar cuentas y llorar por el cambio mal manipulado so pena de "volverse loco"; y dos, que no sabe manejarse muy bien con los números, pues sin aquel percance, y concediendo que hubieran acabado la etapa en igualdad, Andy habría ganado el Tour por 160 milésimas (siempre y cuando ayer en la contrarreloj ocurriera lo que ocurrió).

En el podio de 2009, el tercer personaje, llamado Lance Armstrong, tenía tanta personalidad que las miradas acarameladas entre Andy y Contador podían pasar a un segundo plano: más que la historia hollywoodiense de buenas intenciones y mejores adolescentes se pudo ver un duelo con un hombre de verdad, un representante del ciclismo que todos los que pasan de los 30, los Sastre, Evans, Basso, la generación que dominó con el tejano la primera década del siglo, como todos los que ya tienen en el deporte más pasado que futuro, definen como el ciclismo de verdad, el que se perderá para siempre cuando ellos se retiren. El tercero de este año no da tanto juego, es ruso, callado y poco amante de las polémicas y de exhibir personalidad. Se llama Denis Menchov, tiene 33 años, ya es de los viejos, y llega de Pamplona, donde se ha cultivado en el caldo del que brotó Indurain, legendario por sus silencios y su prudencia.

Como hace cinco años, cuando se despidió con emotivo y duro discurso desde el podio de los Campos Elíseos, Armstrong volverá a subirse hoy en el mismo sitio en su último Tour, aunque esta vez lo hará rodeado por sus ocho compañeros del RadioShack con los que ha ganado la clasificación por equipos. Los demás que no se retiren volverán, pero quizás hayan perdido para siempre el privilegio, el símbolo, de despedirse desde lo más alto.

Contador pasa por delante de un viñedo.
Contador pasa por delante de un viñedo.REUTERS
Schleck es consolado por un miembro de su equipo.
Schleck es consolado por un miembro de su equipo.AP
El campeón no puede reprimir la emoción y rompe a llorar en el podio. "Todavía no soy consciente de lo que he hecho", admite.
El campeón no puede reprimir la emoción y rompe a llorar en el podio. "Todavía no soy consciente de lo que he hecho", admite.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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