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Columna
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Volar

Carlos Boyero

Solo alguien tan seductor como Clooney puede convencerte de que su personaje en Up in the air ha encontrado el paraíso definitivo en el uso opiáceo de los aeropuertos, que la plenitud emocional o el mejor refugio contra la intemperie consiste en pasar tu vida volando. Y luego pasa lo que pasa si estás enganchado a tan gozosas taras. O sea, que tu trabajo consiste en dejar sin él al prójimo convenciéndole de que eso no supone el fin del mundo y que no monte agrestes numeritos a la sufriente empresa.

Daría cualquier cosa por no sentirme como un anormal cada vez que piso un aeropuerto. Lo motiva la certidumbre de que es muy raro que los aviones despeguen a la ilusoria hora convenida, el racional miedo a que se hayan extraviado esas maletas en las que has depositado tu alma, el ataque de nervios al tener que atravesar ocho veces el control si a este le apetece mosquearse y el oprobio de tener que exponer tus genitales a la implacable mirada de los que han rastreado en tu naturaleza huellas de Bin Laden, la obligación de pelearte con una odiosa máquina para hacer el chek-in, la frecuente e intolerable amenaza de que no vas a llegar al destino que has pagado previamente si los príncipes del aire o los que controlan el tráfico de las alturas deciden ponerse malitos, sufrir taquicardias, padecer el subidón de adrenalina cuando algún poder mínimamente racional decide colocar una levísima tirita a la hemorragia de dinero y los infinitos privilegios de que disfrutan los abnegados, estajanovistas y heroicos dueños del cielo.

Veo en la tele a un representante de los esclavos afirmando con desvergüenza impune que si el Gobierno les hace competir con empresas privadas por la posesión de su ancestral pastel, primará el interes económico sobre otros intereses. Aunque no los especifica, doy por supuesto que esos intereses son espirituales y nobles. También que la mayor preocupación que embarga a los de su maltratado gremio es que el tráfico aéreo siga siendo seguro. ¿Está sugiriendo Espartaco que si no se aceptan las reivindicaciones de su oprimida tropa, los viajeros corremos fundado peligro de meternos el hostión definitivo?

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