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Urkullu esperaba una respuesta de los emplazados y no tuvo contestación

El líder nacionalista pide públicamente a los imputados la baja en el partido

El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, parece haber agotado su paciencia con el máximo responsable de la ejecutiva de su partido en Álava, Iñaki Gerenabarrena. Las sugerencias e instrucciones impartidas en privado, a él y a los imputados en el caso De Miguel, no han dado resultado, no han sido atendidas ni cumplidas. Ninguno de los presuntamente implicados en la trama de cohecho, blanqueo de capitales y tráfico de influencias, entre otras imputaciones, luego adobadas con otra de espionaje, han pedido la baja temporal en el partido ni dado señales de ir a hacerlo, tal y como el propio Urkullu les había pedido personalmente. Ni siquiera después del emplazamiento público que, "por el bien del partido", les realizó el miércoles el diputado general alavés, Xabier Agirre. Transcurridas 24 horas más, y constatado el silencio de todos ellos y el de Gerenabarrena, que no salió a secundar al responsable foral, el propio presidente de la formación decidió tomar cartas en el asunto.

Urkullu deja en evidencia el silencio de Gerenabarrena ante los escándalos
Los órganos internos no pueden expulsar sin una denuncia previa

Urkullu asumió el papel que correspondería haber jugado primero al máximo responsable del partido en Álava, en una actuación que pasa por encima de Gerenabarrena y le deja en evidencia. Pocos gestos más elocuentes puede esperar éste del tamaño que alcanza el descontento con su gestión. Máxime si se añade al malestar existente en sus propias bases, desmotivadas y divididas, pero con una parte dispuesta a darle batalla, empezando por la de promover como candidatura a la alcadía de Vitoria a la actual portavoz, Malentxo Arruabarrena, a quien la propuesta oficial ignoró.

El presidente del PNV actuó sin contemplaciones. "Por supuesto que lo estoy pidiendo [la entrega del carné del partido]", dijo ayer a la agencia Efe, tras explicar que los imputados debían dar "un paso" ya que considera "obvio que hay un daño a la imagen del PNV". Pocas maneras más eficaces de formalizar, oficializar y dar la máxima difusión a un mensaje que dijo haber transmitido ya "personalmente" a los implicados. El PNV, sostuvo una vez más, que "no tiene nada que ver" con los casos de corrupción y espionaje investigados por el juzgado número 4 de Vitoria y que en septiembre empezarán a ser examinados también por el Parlamento.

El PNV ha tratado de gestionar la situación, afirmó, "desde el respeto a las personas y a la presunción de inocencia" pero contemplando también "un código ético y estético que hay que cuidar", dijo. Los imputados fueron "invitados" por él mismo, desveló, a que "reflexionaran" sobre si el mantenimiento de su vinculación formal con el PNV está lesionando al partidos. "He esperado la respuesta por parte de las personas emplazadas, no he tenido respuesta satisfactoria", explicó. Urkullu se ha considerado por ello obligado a hablar claro " públicamente" y recordar la "transparencia, limpieza y valores que han de guiar la actuación de cualquier militante del PNV".

Lo que el presidente del PNV está pidiendo a los imputados es que pongan por encima de todo la consideración del "beneficio o perjuicio que le causan al partido", cuya actuación, al sacar de sus cargos a quienes los tenían, defendió como "ejemplar".

Urkullu explicó también que los órganos internos del PNV no pueden abrir de oficio expedientes de expulsión, si no media la denuncia de algún afiliado, en lo que puede ser interpretado como una invitación a que alguien asuma ese papel si tampoco tras su intervención directa se dan de baja voluntariamente los imputados.

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