¿Por qué se van de italia?
"Me cuesta encontrar la belleza en el arte contemporáneo. Cuando voy a una exposición finjo que lo entiendo, pero en realidad no", dijo en 2008 el ministro de Cultura italiano, Sandro Bondi. En cambio, a los jóvenes artistas italianos consultados por teléfono lo que les cuesta encontrar es una salida profesional en su país. Los anunciados recortes a la cultura de la Ley de Presupuestos de 2010 complican sus perspectivas. El pasado 6 de junio, artistas e intelectuales salieron a la calle en Roma para protestar y Bondi respondió que el problema no reside en el sistema de financiación estatal. En todo caso, los jóvenes empiezan a mirar a España, Alemania, EE UU, Holanda, Finlandia. Fuera, dicen, hay más posibilidades que en Italia, donde lamentan las pocas subvenciones y la idea equivocada que se tiene de su rol social.
"Fuera hay una apertura mental y una base cultural que Italia no tiene" (D. Lazzaretto, videoartista)
"En Finlandia, en Holanda, el artista es un oficio. En Italia te dicen 'ya, ¿pero en qué trabajas?", se queja Alessandra Saviotti, de 28 años. En 2006 fundó con tres amigas el colectivo Aspra.mente, que organiza exposiciones participativas. Hace un año, sembraron flores comestibles en un parterre abandonado en Padova para que, desde entonces, los asistentes las cuidaran. "Funcionó", y añade: "Es paradójico: todas nuestras exposiciones han tenido lugar en Italia, pero fueron financiadas por entes extranjeros". Saviotti pasó un tiempo en Londres y volvió porque se le acabó el dinero de la beca. En Italia, para poder continuar con el arte, da clases en un gimnasio. Pero no lo ve todo negro: "Hemos hecho mucho aquí. Se trata de no esperar sentado a que llegue tu oportunidad".
Aspra.mente forma parte de los 40.000 talentos de entre 18 y 35 años que colaboran con Giovani Artisti Italiani (GAI), una asociación que promueve el arte emergente. Luigi Ratclif, su secretario, les recomienda empezar en su país, "narrando lo que ven en su territorio. Pero una experiencia en el extranjero es fundamental. Con todo, son menos del 10% los que llegan a vivir de su arte". Por eso, Mauro Savino, escritor de 30 años, siempre escucha lo mismo: "Aparte de escribir, ¿de qué vives?". Acaba de hablar con un despacho de abogados. Su licenciatura en derecho quizá le permita tener un sueldo. Escribir no. "El único modo de publicar tus obras es pagarle 2.000 o 3.000 euros a una pequeña editorial", revela.
El Estudio sobre la situación del país 2009, publicado por el Instituto de estadística italiano (ISTAT) ofrece un elemento de reflexión. De cada 100 italianos mayores de seis años, solo 34 visitaron al menos una exposición en el año. Decimoséptimo entre los 27 países de la UE. En España fueron 38; en Dinamarca, la primera, 65. En cuanto a los libros, el 63% de la población mayor de 15 años afirma haber leído al menos uno en 2009, lo que coloca a Italia en el puesto 19º de la UE: lejos del 87% de la líder, Suecia, aunque por encima de España (59%).
Dario Lazzaretto, de 34 años, no está en el 10% que menciona Ratclif: se conforma con que le cubran costes de transporte y exposición de sus videoinstalaciones. "No puedes esperar mucho más, nadie vive del arte al menos durante los 30 primeros años de carrera", sostiene. Otro dato del ISTAT respalda su tesis: las familias italianas gastan el 6,9% de su dinero en productos culturales. Es el cuarto peor dato de la UE, lejos del 8,9% español y del 11,8% de Finlandia, líder. Lazzaretto también aconseja a todo artista emergente emigrar: "En Italia hay proyectos interesantes, pero nadie los conoce y así empieza la fuga de artistas. Fuera hay una apertura mental y una base cultural que aquí faltan. Hasta en un pueblo de Escocia estarían mejor".
Nueva York no es exactamente un pueblo de Escocia. Desde que dejó Italia hace seis años, Nicola Verlato, pintor figurativo de 45 años, vive y expone allí: "Llegué, contacté con un galerista y empecé a trabajar enseguida". Él sí vive del arte. En su país se ganaba bien la vida vendiendo a varias familias ricas del norte, "pero hasta cierto punto", matiza; "en los noventa, el poder sobre el arte contemporáneo italiano pasó de repente a las manos de una miríada de pequeñas realidades locales. Solo exponías si conocías a alguien".
Vivir del cine en Italia es más viable. Los triunfos de Massimiliano y Gianluca De Serio, gemelos de 31 años, en festivales de cortos de Huesca o Edimburgo les llevaron a ser preseleccionados para los Oscar y a hacer videoinstalaciones para museos. Pero el circuito comercial es más complicado. "Las pocas subvenciones van a los pesos pesados", explica Massimiliano. "Holanda y Alemania ofrecen financiación a los jóvenes. De los cuatro finalistas del festival italiano Maxxi de 2010, somos los únicos que todavía viven en Italia".
¿Qué hace el Gobierno para fomentar el arte emergente? La mayoría no se moja: "Tengo que seguir trabajando aquí, ¿sabes?", tercia uno. "Mejor no hablo", sostiene otro. Lazzaretto sí: "Este Gobierno debería dar un paso atrás y decir: 'No sabemos nada de cultura, mejor contratemos a un técnico'. Aunque lo cierto es que la izquierda tampoco hizo mucho". De Serio cree que "el arte necesita un apoyo del Estado que no condicione la creación artística. Y que recorten en Defensa en vez de en Cultura". Savino sí culpa al Gobierno actual en particular: "Pasolini decía que por fuerza los intelectuales son de izquierdas".
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