Alianzas coyunturales
"CiU y PNV mantienen vivo al Gobierno pero elevan su precio", rezaba un titular de EL PAÍS. En el debate sobre el estado de la nación, el presidente del Gobierno justificaba sus alianzas coyunturales y cambiantes como una necesidad parlamentaria. Pero que el Gobierno del PSOE tenga que pactar permanentemente políticas con partidos nacionalistas esencialmente conservadores no parece que le produzca ningún conflicto ideológico al presidente.
Y la necesidad existe, efectivamente, pero por su propia decisión, recientemente reafirmada en la Comisión Constitucional del Congreso mediante un dictamen con recomendaciones para reformar la Ley Electoral que continúa ignorando el desajuste proporcional que supone que CiU, con 800.000 votos, tenga 10 diputados y el PNV, con 300.000, tenga seis, mientras IU, con un millón de votos, tenga dos diputados y UPyD, con 400.000, tenga uno.
El dictamen no recoge ni una de las sugerencias formuladas por IU para conseguir una mayor equidad entre votos y escaños. Claramente PSOE y PP no están dispuestos a renunciar a un sistema que les garantiza, en la práctica, un bipartidismo perenne. Y no digamos los partidos nacionalistas, ejerciendo de árbitros y elevando su precio a conveniencia.