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Incosol hace ayuno

El hotel marbellí, en concurso de acreedores, lucha por recuperar el esplendor que le dieron sus distinguidos huéspedes

Inés Santaeulalia

El maître colocó con mimo un trozo de carne sobre una bandeja de plata y lo sirvió. El comensal, al verlo, pidió entre risas cambiar la plata por una vulgar vajilla duralex y los escasos 100 gramos de solomillo por un espléndido pedazo de carne. Nadie le hizo caso a pesar de que se trataba de Raniero de Mónaco. Estaba en el hotel Incosol, en Marbella, para seguir un programa de adelgazamiento. Con el doctor José Luis Guijarro los apellidos no daban privilegios.

Desde que en 1973 el hotel -emblema de la época dorada de la Costa del Sol- abrió sus puertas con una inauguración presidida por el dictador Francisco Franco, por sus 192 habitaciones han pasado cientos de personajes. Pero hoy, al acercarse a la entrada principal, no se ven como antaño coches lujosos sino grandes carteles reivindicativos. Y es que Incosol no paga a sus empleados. El hotel, propiedad de la empresa Jale, está en suspensión de pagos desde mayo de 2007 y, según el comité de empresa, solo abona pequeñas cantidades, entre 200 y 400 euros, a sus empleados desde el pasado noviembre. El comité asegura que la empresa planea cerrar las instalaciones seis meses al año para reconvertirlo en un hotel de temporada, pero duda de que pueda sortear la crisis y seguir abierto. La empresa no quiere hablar del tema. Julio Martí, adjunto a la presidencia, quita hierro al asunto y asegura que el hotel solo está ante un "problema coyuntural". En estos momentos estos asuntos ensombrecen momentos de gloria pasada, como cuando Grace Kelly deslumbró a trabajadores y huéspedes aquella tarde que entró en el salón principal del hotel para visitar a su esposo con un vestido blanco que todos recuerdan. O cuando el hijo del rey Fahd se alojó allí con un amigo, cerró dos plantas completas y colocó en las puertas de los ascensores vigilantes con ametralladoras. Eran tiempos en los que las propinas doblaban los sueldos de los trabajadores.

Lola Flores, Grace Kelly y hasta Bin Laden han dormido en sus habitaciones

Pero la rutina continúa pese a los problemas. Los clientes siguen por la mañana con sus clases de gimnasia en la piscina y sus tratamientos en la clínica, mientras varios carteles anuncian una cena-baile para esta noche, con Carmen Martínez Bordiú como anfitriona. En su día también lo fue su abuelo. Rafael de la Fuente, ex director del hotel marbellí Los Monteros, recuerda cómo Franco se asomó un día a la terraza de su suite y preguntó qué era aquella torre "horrible" que se veía en el horizonte. Le explicaron que era un proyecto del promotor Obregón, abuelo de Ana García Obregón, y que se preveía la construcción de otros tres edificios. El dictador ordenó parar la obra y solo quedó uno.

Fue desde aquella torre desde donde Dalí se sentía tan vigilado que pasó los cuatro días de estancia en el hotel encerrado con Gala, su mujer, en la imponente suite 911 con las persianas bajadas y obsesionado con lejanos e imaginarios flases de fotógrafos.

La lista de anécdotas es tan larga como la leyenda que ha contribuido a acrecentar su fama. Aunque todos en Marbella aseguran haber visto al rey Fahd con el característico albornoz amarillo que usan los clientes de Incosol o a Cristina Onassis siguiendo uno de los tratamientos, ninguno se hospedó allí. Quien sí se paseó por sus instalaciones fue el Nobel Camilo José Cela, y Lola Flores, que no dudó en fingir un cólico nefrítico para evitar una actuación cuando se alojaba en el hotel. Guijarro recuerda cómo la folclórica pidió que se avisara a toda la prensa para que viese lo "malita" que estaba y le perdonasen esa noche por no poder bailar.

Y hasta el mismísimo Bin Laden durmió en una de sus camas, años antes de los atentados del 11-S, como parte del séquito que acompañaba al hijo de un rey saudí. Tras los ataques a las Torres Gemelas, la policía buscó en los archivos del hotel pero no encontró ningún historial sobre él ni una foto que, según se decía en Marbella, le habían hecho bailando con una rubia en una discoteca. Pero solo de recuerdos no se vive. Por eso Incosol lucha por recuperar el halo misterioso que tuvo, cuando se alzaba majestuoso sobre la colina resguardando los secretos de príncipes, reinas y ladrones.

El hotel Incosol de Marbella, lugar de descanso de famosos.
El hotel Incosol de Marbella, lugar de descanso de famosos.

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Sobre la firma

Inés Santaeulalia
Es la jefa de la oficina de EL PAÍS US, antes fue responsable en Colombia, Venezuela y la región andina. Comenzó su carrera en el periódico en el año 2011 en México, desde donde formó parte del equipo que fundó EL PAÍS América. En Madrid ha trabajado para las secciones de Nacional, Internacional y como portadista de la web.

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