Borrando el paso del tiempo
El Departamento de Conservación del Museo de Bellas Artes somete a las obras de arte contemporáneas a tratamientos específicos de restauración
El Museo de Bellas Artes incorporó a su colección en 1982 dos obras de Andrés Nagel (San Sebastián, 1947). Galeristas madrileños en Benidorm (1982) y Amigas de Bilbao (1980) llegaron directamente desde el taller del artista, realizadas con una técnica similar. La trama de alambre da forma a las figuras -masculinas en un caso, femeninas en el otro- y sobre ese armazón el artista acabó por modelar las esculturas con poliéster y fibra de vidrio. La pintura de color dio el toque final: las uñas nacaradas, el amarillo chillón de los pantalones de uno de los galeristas o las palabras cubiertas de pigmento fluorescente que quedan suspendidas en el aire. Son obras jóvenes, pero el tiempo ya les ha dejado en la superficie una ligera capa de materia, una mezcla de polvo, polución y hasta materia orgánica depositada por los insectos, que les ha hecho perder su esplendor original. Los restauradores no sólo se preocupan por las obras de arte antiguo, deterioradas por una vida que suma siglos; el arte contemporáneo también requiere de su atención.
La limpieza se realiza con un hisopo y agua desmineralizada
El estudio previo de las piezas permite minimizar la intervención
Las obras de Nagel comparten espacio en el taller de restauración del Museo de Bellas Artes con un relieve en yeso, Maternidad, realizado en París en 1895 por Nemesio Mogrobejo (Bilbao, 1875-Graz, Austria, 191, y con una colección de dibujos de Joan González (Barcelona, 1868-1908), piezas del fondo oculto que van a ser tratadas a lo largo del año. Varios lienzos absorberán horas y horas de paciente trabajo de las restauradoras, armadas de pinceles minúsculos y disolventes. El trabajo en el taller, luminoso y pulcro como un laboratorio de química, se realiza en un ambiente silencioso.
Las figuras de Nagel, más de 1,80 metros resultan impactantes en un extremo del taller, bajo la mirada de la restauradora María José Ruiz-Ozaita, encargada de su tratamiento. El estado de conservación es aceptable, pero requiere una limpieza profunda que elimine la suciedad acumulada y devuelva el color original a la superficie. El trabajo, sobre todo en las zonas horizontales, que acumulan el polvo con más facilidad, consiste en limpiar con un hisopo humedecido en agua desmineralizada. El proceso es simple, pero extremadamente minucioso. En fragmentos de apenas un centímetro cuadrado, la restauradora retira con delicadeza la capa de polvo. Sólo en ocasiones excepcionales se requiere la utilización de un bisturí para retirar, por ejemplo, excrementos de mosca.
"Es importante que todo el tratamiento de la obra lo realice la misma persona, para que el resultado sea homogéneo", explica Ruiz-Ozaita. "El cambio de mano puede dejar huella". La calidad de los materiales y la técnica empleada por el artista determinan la conservación. La gomaespuma, por ejemplo, se destruye con el tiempo. Afortunadamente, en las piezas de Nagel la restauradora no se ha enfrentado a problemas de ese tipo. "El material está bien utilizado por un autor que domina la técnica", asegura.
Antes de empezar el tratamiento, la obra debe ser estudiada en profundidad. El tiempo que se dedica al análisis previo permite reducir la intervención. "El estudio de la obra, el autor y los materiales es esencial", añade la restauradora. "Lo ideal es no tocar las obras, pero en la realidad es imposible. Estudiamos las piezas para minimizar el tratamiento". En el caso de las piezas de Nagel, el trabajo realizado hace un año sobre otra de sus piezas en la colección del Bellas Artes (El rapto del centauro) ha permitido acumular información supervisada además por el artista.
El departamento de Conservación y Restauración tiene previsto mostrar en la página web del Museo un vídeo, de corta duración, que resuma el proceso al que son sometidas las obras. Además de los dos conjuntos escultóricos de Nagel, a lo largo de 2010 está previsto restaurar el Retrato del cardenal Francisco Javier Gardoqui, de José de Madrazo (Santander, 1781-Madrid, 1859), Al mercado, de Aurelio Arteta (Bilbao, 1879-México D.F., 1940) y las citadas de Mogrobejo y Joan González. Los técnicos en restauración no establecen diferencias en función de la antigüedad de la pieza. "Cada obra es única y requiere un tratamiento específico", defienden. A finales de año, las obras recién restauradas serán presentadas al público en una exposición conjunta.
Programa Zaindu
- El Museo de Bellas Artes de Bilbao puso en marcha en 2000 un programa estable de conservación y restauración de las colecciones de arte. Zaindu-El museo restaura, patrocinado por El Corte Inglés, miembro del Patronato del Bellas Artes, aborda cada año el tratamiento de piezas de la colección antigua, de arte contemporáneo y también del denominado fondo oculto, las obras que habitualmente no están expuestas al públicos, pero que se someten a restauración y a un estudio que permite mejorar su catalogación y el conocimiento de su autor.
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