De profesión cantadora
Fue la primera vez que hubo música en la ceremonia de entrega de un premio Nobel: en 1982, cuando le concedieron el de Literatura a García Márquez, el escritor se hizo acompañar hasta Estocolmo por Totó la Momposina. Y, tras la voz auténtica de la cantadora, sonaron los tambores -el llamador o macho, el mayor o hembra y el bombo o tambora- y las gaitas -flautas largas- de la cumbia. Totó se considera cantadora. "Cantamos porque tenemos el asunto, ese sentimiento de que tú cantas con o sin. Cuando eres una cantante estás pensando en el protagonismo, el marketing..., nosotras andamos en otro cuento", explica. Viajó de pueblo en pueblo empapándose de cumbias, porros, bullerengues y mapalés: "Soy una antropóloga empírica. ¿Tú te puedes imaginar llegando yo a la Costa Atlántica con esta boina, con esta indumentaria de ciudad, con botas?
... ¡No! Yo me pongo mis abarcas, mi vestido sencillito y ya
..., '¡buenas, buenas!". Su trabajo es un ejercicio contra el olvido, a favor del saber popular, "y para rescatar la dignidad y la razón de ser aquí en la tierra". "Me dedico a la música de la identidad aunque me prometieron que si me dedicaba a las baladas me volvería millonaria", asegura Totó, que cantó en las calles de París cuando estudiaba en La Sorbona. "Es que a una le pintan pajaritos de oro o, como decimos nosotros, pajaritos preñaos".
Sonia Bazanta, Totó, nació en la isla fluvial de Mompós, sobre el río Magdalena, "en un pueblo pequeñito, con casas de bareque y de madera. Como se murieron las señoras viejitas ya no hay esa fuerza porque los muchachos están invadidos por la televisión".
La bodega se grabó en Inglaterra y ha tardado en publicarse. "Yo había vendido una casa. Y la plata la invertí en este disco que es un producto mío. Se pasó un tiempo en la bodega porque tuve que asesorarme y aprender el manejo de los fondos para la producción y masterización, los acuerdos con la casa disquera para la distribución". En el libreto Totó ha escrito: "Los indígenas nos legaron la poesía de sus gaitas y millos, sabor a tierra. Los negros esclavos, traídos en barco desde África, fabricaron en Colombia sus instrumentos nativos: tambores hembra y macho, maracas, guacharacas, marímbula, tablitas y bombo. Los españoles trajeron la guitarra. De Alemania llegó como un inmigrante, el acordeón. Clarinetes, trompetas y bombardinos viajaron desde Europa". "Y todos los instrumentos foráneos ¿dónde se guardaban? En las bodegas, con los alimentos".
"Estamos en lucha por nuestra identidad, pero nos la quieren quitar con el reguetón, incentivando el sexo, a través de la palabra, el verbo y el ritmo. Los muchachos no esperan a que la fruta vaya madurando lentamente. El banano es verde y tiene un sabor diferente a cuando ya se va poniendo amarillito y sabe más dulce". Totó cree que lo que está sucediendo se debe a un desorden cósmico. "En este momento no hay armonía entre las personas de abajo y lo que está en el universo. Mucho consumismo, individualismo, competencia... A nosotros nos enseñaron a estudiar para aprender y para servir a la sociedad y a tu familia. Los muchachos ahora estudian para obtener resultados, y rápido. Sin ningún interés de investigar por qué y para qué estamos aquí".
La bodega está editado por Astar / Harmonia Mundi. Totó la Momposina actúa el 15 de julio en Lanuza (Pirineos Sur) y el día 17 en Cartagena (La Mar de Músicas). www.totolamomposina.com
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