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Crítica:El cuerpo. Primera sección de los Elementos de Filosofía
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El lenguaje, según Hobbes

Acaba de aparecer la primera traducción castellana de De Corpore, primero de los tres volúmenes que Thomas Hobbes pensó como integrantes de los Elementos de Filosofía. Si el primero estaba destinado a los cuerpos, el segundo y el tercero contemplan respectivamente al hombre y al ciudadano. Que una de las obras clave del siglo XVII haya esperado más de cuatrocientos años para ser vertida al castellano forma parte de la escasa atención que se ha prestado, no sólo en España, a la obra de Thomas Hobbes. De él se sabe, o se cree saber, que es el autor de la afirmación "el hombre es un lobo para el hombre" y también se le utiliza como espantajo para condenar supuestas bases teóricas de la monarquía absolutista y autoritaria. Como dice Hobbes y recuerda el excelente prólogo de Bartomeu Forteza (autor de la no menos notable traducción del texto latino hobbesiano), el uso de la razón exige cierto esfuerzo y trabajo. Y con frecuencia los autores de historias de la filosofía prefieren el tópico conocido a la investigación del texto original, que siempre da más trabajo.

El cuerpo. Primera sección de los Elementos de Filosofía

Thomas Hobbes

Edición y traducción del latín

de Bartomeu Forteza

Pre-Textos. Valencia, 2010

770 páginas. 35 euros

Más información
Prólogo de 'El Cuerpo. Primera sección de los Elementos de Filosofía, de Thomas Hobbes

Las obras de Hobbes han sido mal interpretadas durante años. Las de filosofía política (con el Leviatán a la cabeza) y las que prefiguran su sistema general sobre el conocimiento y sobre lo que hay (ontología). El lector encontrará en el De Corpore un elogio entusiasta de la razón como único instrumento que lleva tanto al saber como a la resolución pacífica de los conflictos que se generan en la convivencia. Sus propios contemporáneos (y entre ellos Descartes, con quien mantuvo correspondencia a través del abate Mersenne) lo miraron siempre mal y, poco después de su muerte, la Universidad de Oxford ordenó que se quemaran sus obras principales. Porque aunque Hobbes se había preocupado de insistir en que sus tesis no contradecían a la Biblia, sus coetáneos sabían leer y pronto vieron que cuestionaba todo tipo de creencia religiosa. Sin contar con que era perfectamente entendible. Hobbes es uno de los creadores de la tradición filosófica inglesa caracterizada por la claridad expositiva. Lo que quiere decir, lo dice al modo cervantino cuando Don Quijote recomienda "llaneza, Sancho, llaneza". Y no deja de anotar: "Muchos que filosofan mezclan palabras aceptadas irreflexivamente y forman así proposiciones de diversas maneras hasta que finalmente parezcan significar algo exquisito. Pero no significan nada".

La edición de Forteza (Felanitx, 1939- Barcelona, 2000) plantea en su introducción si no habrá un segundo motivo para que Hobbes no haya sido apreciado hasta, casi, principios del siglo XX y aún entonces en su vertiente política. Y aventura la tesis de que la filosofía hobbesiana sea una filosofía del lenguaje que apenas ahora, tras un siglo de filosofía lingüística, podemos apreciar. Una tesis discutible, aunque no irrelevante.

La edición recoge las últimas aportaciones a un texto que no ha tenido una edición crítica definitiva hasta hace muy poco tiempo. Otro mérito a añadir al volumen que se ofrece al lector que no desdeñe el esfuerzo que exige tratar de comprender el mundo.

<i>Marriage Portrait of Isaac Massa en Beatrix van der Laen </i><b>(hacia 1622),</b> de Frans Hals.
Marriage Portrait of Isaac Massa en Beatrix van der Laen (hacia 1622), de Frans Hals.RIJKSMUSEUM AMSTERDAM

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