Y el gallego se coló en el pleno
A Coruña conmemora la elección del primer edil nacionalista, Lois Peña Novo, en 1920 - Calificaba a las diputaciones como "cuevas caciquiles"
A Coruña no sólo estrenó la democracia con un alcalde nacionalista, Domingos Merino. Fue también la institución política donde por primera vez se habló oficialmente en gallego, de la mano del primer cargo electo del nacionalismo, el concejal Lois Peña Novo. Fue hace 90 años, el 7 de julio de 1920, cuando el joven abogado, activo dirigente de As Irmandades da Fala, entró en el Palacio Municipal de María Pita y tomó posesión como edil. Era la primera vez que la lengua vernácula se empleaba en un salón de plenos.
Una placa en la calle que lleva su nombre y una conferencia del historiador Manuel Roque Cendán, esta tarde en la asociación cultural Alexandre Bóveda, conmemoran el aniversario para "rendir homenaje a todos los hombres y mujeres que trabajaron por dignificar el gallego y llevarlo a todos los ámbitos", en palabras de la edil de Normalización Lingüística, Ermitas Valencia (BNG). Y una ocasión, apunta, de celebrar que A Coruña, sede de la centenaria Real Academia Galega y cuna de As Irmandades da Fala creadas en 1916 para fomentar la lengua de Galicia, "ya era vanguardia de este país".
Una moción de censura desalojó a Merino de la Alcaldía en la que estuvo dos años (1979-1981). El mandato de Peña Novo terminó a los tres años por el golpe de Estado de Primo de Rivera, en septiembre de 1923, que conllevó la disolución de las corporaciones locales, la prohibición del gallego y la exhibición de todos sus símbolos. Pero su elección como concejal en las municipales de febrero de 1920, por el distrito tres de A Coruña, el barrio de Monte Alto, no dejó de ser considerado un hito para los galleguistas y nacionalistas hasta entonces sin representación política, "una jornada de gloria para Galicia", como se comentaba en una crónica de A Nosa Terra.
La figura de Lois Peña Novo (Vilalba, 1893-Outeiro de Rei, 1967) es "muy desconocida", corrobora Roque Cendán, pese a ser uno de los grandes activistas del gallego y del nacionalismo. Ponente del primer Estatuto de Autonomía de 1936, trabajó por esa causa codo con codo con Castelao, Manuel Lugrís, Alexandre Bóveda, Francisco Fernández del Riego o Antón Vilar Ponte. Este último fue el promotor de As Irmandades da Fala, que se expandirían durante el primer tercio del siglo XX por toda Galicia e incluso entre la emigración de Madrid, Buenos Aires y La Habana. Llegaron a estar en 30 localidades, con 600 miembros -la mitad en A Coruña- en su mayoría intelectuales, escritores, estudiantes y profesionales liberales que propugnaban llevar el gallego, entonces circunscrito al medio rural, a todos los ámbitos de la sociedad.
En las elecciones municipales de 1920, As Irmandades decidieron dar el salto, convencidas de que "el nacionalismo debe llegar a todo y meterse en todo", con la presentación de dos candidatos nacionalistas en A Coruña: Peña Novo y Vilar Ponte. "El primer tanteo se convirtió en una gran victoria", relataba A Nosa Terra. "Sin organización previa, de dos candidatos que presentamos, uno salió electo y el otro logró una votación honrosa".
Vilar Ponte se quedó fuera del Ayuntamiento por poco, pero Peña Novo entró en María Pita tres meses después. Durante su mandato -los republicanos liberales gobernaban entonces en A Coruña- se dedicó con esmero en intentar que el Ayuntamiento adoptase iniciativas promovidas por As Irmandades, como exhibir la bandera gallega cada 25 de julio, apoyar a las asociaciones agrarias en su lucha contra los foros o reclamar la construcción de centros de enseñanza.
Fue pionero en la defensa de un concepto que aún hoy está de actualidad en el debate político: la creación de una mancomunidad gallega que, vaciando de competencias las diputaciones provinciales, dotaría a Galicia de un modelo de poder más ajustado con su estructura. "Las diputaciones son cuevas caciquiles", defendió Peña Novo en una destacada intervención, siendo concejal.
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