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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | La tercera final de Holanda

El irreverente Sneijder

De ganar la final, el medio holandés se convertirá en el primer jugador que conquista el 'triplete' y el Mundial en un mismo año

A Wesley Sneijder lo que mejor le funciona es la cabeza. Sus rápidas piernecillas le han llevado muy lejos, pero es en el cerebro donde guarda el mayor secreto. Una determinación poderosa para alcanzar metas inescrutables. "Siempre fue así, desde pequeño: un líder con una mentalidad muy fuerte", explica Danny Blind, su entrenador en las categorías inferiores del Ajax. Y el orgullo para demostrar que se equivocaron quienes creyeron que nunca llegaría a nada con esa estatura, apenas 1,70; y, muchos años después, quienes, en el Madrid, prescindieron de él en verano de 2009, contra su voluntad, pensando que no era un jugador capital.

Pues bien, de conquistar el Mundial, se convertirá en el primer futbolista de la historia en ganar el triplete con su equipo, el Inter (la Liga, la Copa italiana y la Champions), y el Mundial con su selección en una misma temporada. Los que más cerca estuvieron fueron los alemanes del Bayern de los setenta (Maier, Breitner, Beckenbauer, Müller y Höness). En la campaña 1973-74 lo ganaron todo menos la Copa alemana, que la conquistó el Eintracht de Frankfurt. ¿Algún mensaje para el Real Madrid? Sneijder ignora la pregunta maliciosa y clava la mirada al frente para repetir mecánicamente: "Solo pienso en ganar la final de la Copa del Mundo". Antes de la final de la Liga de Campeones, precisamente en el Santiago Bernabéu, le hicieron la misma pregunta. Y contestó lo mismo: "Solo pienso en ganar la Champions".

Hiperactivo, le encanta disparar desde cualquier lado y lleva ya cinco goles
Salir del Madrid fue una humillación, pero al mismo tiempo le ha servido de motor
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Holandés de pura cepa, nacido en Utrecht hace 26 años, amamantado en la cantera del Ajax, de familia humilde, Sneijder ofrece un físico atípico en un país de gigantes: siendo el más bajito de la selección (1,70), se mueve escurridizo, mucho más veloz que los demás. Posee además una ambición desmesurada. "Ser segundo no sirve de nada", aclara en las entrañas del Green Point, en Ciudad del Cabo, tras eliminar en semifinales a Uruguay, mientras por detrás pasa Stekelenburg, el enorme portero de la oranje, que le saca un palmo.

Sneijder no es el holandés educado y amable que representaría su compañero Rafael Van der Vaart. Más bien es un tipo irreverente, con un punto de arrogancia que le llevó a soltarle al portero Velthuizen que él ganaba más en una semana en el Inter que el otro en toda la temporada en el Vitesse. O a calificar de "idiotas" a Dunga y a Maradona en una entrevista en el Magacine Helden. Claro que al día siguiente hizo un comunicado en la página web del Inter para explicar que se habían "malinterpretado" sus palabras.

De ahí que los periodistas holandeses no le tengan mucha simpatía a pesar de que saben que es él, junto a Arjen Robben, quien gana los partidos. Y quien pretende convertirse, tras marcar de nuevo en la semifinal ante Uruguay, en el primer centrocampista que alcanza el título de pichichi de un Mundial. Los cinco tantos que lleva en el Mundial los ha marcado todos en la segunda parte, señal de que es un motor diésel que va de menos a más.

Uno de los tantos, eso sí, regalado por la FIFA, que le ha atribuido el gol en propia puerta de Felipe Melo tras cabecear el centro desde la derecha de Sneijder en el partido de cuartos contra Brasil. Tres de sus goles fueron desde el interior del área y dos desde fuera: le encanta disparar desde cualquier lado, es el cuarto jugador que más chuta a gol, 22 veces, detrás de los delanteros Gyan, Messi, Forlán y Villa. A puerta ha enviado 10 tiros, con una efectividad, pues, casi del 50%. Hiperactivo. Hasta en los veranos juega al fútbol o al tenis con sus dos hermanos, también futbolistas, o con su hijo de cuatro años, Jessey, zurdo. Su papá quiere que sea ambidiestro como él, que ha coleccionado 17 goles en 66 partidos en la oranje. "Me gusta jugar por detrás de los delanteros", afirma. Cuanto más cerca de ellos, mejor. Hasta tal punto que el seleccionador, Bert Van Marwijk, lo libera de tareas defensivas. Su preocupación siempre ha de ser la misma: encontrar el camino del gol.

"Será la estrella del torneo", avanzó Gullit antes del Mundial, "no tiene la calidad de Messi o Cristiano, pero tiene más cerebro". Desde que era un crío, Sneijder anunciaba que iba a ser un fuera de serie, tanto en el Ajax como en la selección. Pero hay un punto de inflexión en su carrera cuando el Real Madrid, en contra de la opinión del entrenador, Manuel Pellegrini, lo traspasa al Inter de Milán por 15 millones, 12 menos de lo que había pagado dos años antes al Ajax. El club madrileño lo justifica por la necesidad de hacer caja y por la supuesta vida disoluta del holandés. Para él, fue una humillación que no ha llegado a digerir, pero que, a cambio, le ha servido de motor.

Finalista del Mundial, ha sido elegido como el mejor del encuentro en cuatro de las seis victorias de su equipo en el torneo, en 532 minutos disputados. Claro que conviene recordar que su primera temporada en el Madrid también fue notable: nueve goles en 30 partidos, estelar en un 0-5 al Villarreal en El Madrigal, igualando su mejor registro del Ajax. Si bien bajó su rendimiento en la segunda: de baja tres meses por una lesión de rodilla -que en principio iba a mantenerle lejos de los terrenos de juego durante seis meses- tras una entrada de Diaby en un amistoso frente al Arsenal, y con sobrepeso cuando regresó. Todo cambió nada más pisar San Siro. Le dieron el dorsal 10 que dejó libre Adriano, el mismo número que luce en la selección, y el entrenador, José Mourinho, le hizo sentirse como en casa. Se puso, disciplinado, a sus órdenes, y perdió seis kilos en pocos meses. A pesar de que sus números, 7 goles en 33 partidos, no son tan espectaculares como los resultados. A propósito del dorsal, en la Eurocopa de Portugal 2004, Sneijder lució el 14 en homenaje a Johan Cruyff, su gran valedor de entonces frente a las preferencias del entonces seleccionador, Dick Advokaat, que lo mantuvo a menudo en el banquillo.

Enamorado de los métodos de Mourinho, Sneijder necesita entrenadores de personalidades fuertes y Van Marwijk también lo es. "Uno de los secretos de este grupo es tener un entrenador como él, que da tranquilidad y no deja que cunda el pánico", declaró. La diferencia entre esta Holanda y la más atractiva de otras épocas es que Van Marwijk les ha hecho creer realmente en la victoria. Eso que llama mentalización. Un acto de fe como el que el propio Sneijder asumió antes de viajar a Sudáfrica: se bautizó primero -en Appiano Gentile, donde la ciudad deportiva del Inter- y después siguió un curso de catolicismo para adultos a fin de casarse por la iglesia con su actual novia, Yolanthe Cabau Kasbergen, presentadora, modelo y actriz hispano-holandesa.

Sneijder celebra la clasificación de Holanda para la final tras eliminar a Uruguay.
Sneijder celebra la clasificación de Holanda para la final tras eliminar a Uruguay.GETTY

En busca de la tercera gran generación holandesa

- Las dos finales perdidas de 1974 y 1978 representan dos capítulos hermosos de la historia del fútbol holandés en la Copa del Mundo. En Alemania 74, la generación de Cruyff, Krol, Van Hanegem, Neeskens, Rep y Resenbrink enamoró con su fútbol total, un estilo de juego que les valió el sobrenombre de la Naranja Mecánica. Pese a adelantarse a los dos minutos, el equipo que dirigía Rinus Michels cayó ante el anfitrión por 2-1. Lo mismo ocurrió cuatro años después, en el Mundial de Argentina, al que Cruyff renunció por la violación allí de los derechos humanos. Tampoco acudieron Geels, Van Hanegem, Hovenkamp... Aun así La oranje, con el austriaco Ernst Happel en el banquillo, llegó también a la final, y de nuevo cayó contra el equipo de casa: 3-1.

- Tras no clasificarse para los Mundiales de España 1982 y de México 1986, una nueva hornada holandesa volvió a brillar en 1988. Con Rinus Michels otra vez a los mandos, Holanda se proclamó campeona de la Eurocopa de ese año, celebrada en Alemania, tras derrotar en la final a la URSS por 2-0, con goles de Gullit y Van Basten, figura y pichichi del torneo con cinco goles. Administrada por Leo Beenhakker en Italia 1990, esa generación, en la que también figuraban Koeman, Rijkaard, Witschge y Van Breukelen, empató sin pena ni gloria sus tres partidos de la fase de grupos y Alemania la eliminó

en octavos.

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