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Reportaje:

Pontedeume estará en el Bernabéu

Experto en Educación Física, Iglesias Villanueva será el único árbitro gallego en Primera Divisón

Es un cuerpo de élite que asume manejarse entre sospechas y resquemores, 20 árbitros que se repartirán los 380 partidos de la próxima Liga de fútbol. Uno de ellos es gallego y novato en la máxima categoría. Ignacio Iglesias Villanueva tiene la mirada limpia que se le supone a un juez. Cuando le piden que se adjetive busca sinónimos de prudencia y constancia y siente que ha cumplido: la semana pasada le el Comité Nacional de Árbitros le comunicó que era el segundo en el escalafón de Segunda División y que había ganado el derecho a pitar en Primera.

Pero se le ve responsabilizado. Tiene 10 años por delante para asentarse entre los mejores colegiados del país o del orbe, porque tampoco es plan ponerle límites a un tipo que con 20 años ya mandaba sobre curtidos profesionales. A los 35 este profesor de Educación Física reconoce que piensa 24 horas al día en como mejorar como árbitro, en trabajar mente y físico para competir contra el error, el belcebú de los del silbato: "Lo que más daño nos hace".

Seis temporadas después de empezar ya estaba en Segunda B
"Gracias al arbitraje viajo, conozco gente y he madurado antes como persona"

"Todos los errores tienen explicación", sostiene Iglesias, ahora que le inquieren por los grandes fiascos arbitrales en Suráfrica. Es a partir de ahí donde entreabre el universo más desconocido para los futboleros, aquello que pasa por la cabeza del árbitro o su enfoque del día a día para el fin de semana conseguir repentizar decisiones que a todos nos cuesta discernir con las más modernas moviolas. "La clave es poder ver", anticipa: "Si estás concentrado, estarás bien situado y entonces podrás ver".

Dicen que Iglesias Villanueva siempre tuvo facilidad para ver, de lo que se deduce que también para abstraerse. En la delegación de árbitros de Ferrol llamó la atención al poco de llegar. Tenía 14 años y acababa de disolverse el equipo de fútbol sala en el que jugaba en Pontedeume, su pueblo. "Mi padre me animó a ser árbitro y lo cogí con muchas ganas", recuerda. Seis temporadas después estaba en Segunda B. Jamás nadie tan novel había superado el gran embudo: hay árbitros que se pasan una vida tratando de dejar Tercera, un salto que cada temporada apenas dan una veintena de colegiados. "Fue una mezcla de trabajo y de suerte", reconoce Iglesias, que entre vítores y felicitaciones comienza a preparar su debut entre los grandes.

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El viernes pasado se vio con su preparador físico, Fran Tenreiro, que trabaja con el Club Baloncesto Ferrol. También habló con su fisioterapeuta. Quiere empezar a soltar músculos, a planificar la pretemporada. Pronto comenzará a trotar por el pinar de Cabanas o por las pistas de A Malata. Está fino. El árbitro orondo que acampaba en la medular y fiaba sus decisiones al rabillo del ojo ya no tiene cabida en el fútbol profesional. Ahora son atletas que evalúan incluso su gestualidad. "Aún así hay un componente de azar en la toma de decisiones", asume el eumés, que reivindica la humanidad de los colegiados y el dolor ante el engaño. "No te puedes fiar ni de aquellos futbolistas que parecen legales".

Esa desconfianza llega también a la relación con los medios de comunicación y, de rebote, incide en que el público no entienda la labor arbitral, también a que no surjan más vocaciones por agarrar el silbato. Iglesias no rehuye el escaparate, pero justifica la adopción de un perfil bajo, impuesto por sus jefes. "Se nos suele requerir desde los medios cuando hay errores y polémicas, no tras buenas actuaciones. Y para vender esa parte negativa no nos interesa salir". A la postre, vapuleados, los árbitros tratan de protegerse entre ellos. "En Ferrol tenemos ahora una cantera muy interesante, todos amigos", incide Iglesias, que tiene un hermano, Javier, que sigue sus pasos en Segunda B, y al que le duelen las bajas de jóvenes árbitros maltratados por el entorno, que no soporta ver partidos de niños en los que se cruzan insultos, pero que al final rescata lo mejor de su pasión.

"Gracias al arbitraje viajo, conozco gente y he madurado como persona, aprendí a adquirir responsabilidades". A partir de agosto se le verá en los grandes escenarios, los que deja el ourensano Bernardino González Vázquez, que tras descender de categoría ha optado por la retirada, lastrado por una lesión. Iglesias Villanueva es la referencia ahora. No quiere que le alumbren los focos, pero al menos en Pontedeume muchos mirarán hacia él y ahí no habrá ni sospecha ni resquemor, sólo orgullo.

El árbitro de Primera Ignacio Iglesias Villanueva, retratado en su localidad natal, Pontedeume.
El árbitro de Primera Ignacio Iglesias Villanueva, retratado en su localidad natal, Pontedeume.GABRIEL TIZÓN

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