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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | El final de un sueño

El africano maldito

Gyan, que erró el penalti que habría hecho semifinalista a Ghana, recibió amenazas de muerte y tuvo escolta en 2009 por sus fallos

Diego Torres

El fútbol puede glorificar y puede condenar sin remedio. El viernes, el ghanés Asamoah Gyan levantó una mano y pidió concentrar sobre su persona todos los peligros potenciales y algunas de las recompensas. No le contemplaba un país. Le contemplaba un mundo cuando reclamó lanzar el penalti que, por primera vez en la historia, abriría a una selección africana las puertas de las semifinales de un Mundial. La multitud de africanos congregada en el estadio Soccer City guardó silencio al ver que Gyan mandaba su disparo al travesaño. La tanda de penaltis subsiguiente eliminó a Ghana ante Uruguay, abrió una herida en el orgullo de muchos africanos y condenó a Gyan.

"No se dice sudafricanos, se dice africanos", explicaba ayer, en Johanesburgo, un policía que decía ser de la etnia sutu, pero que hablaba también el xhosa y el zulú. África es un laberinto de naciones entretejidas que no siempre congenian y muchas veces colisionan. Sin embargo, el fútbol genera un sentimiento de unidad. La clase de cohesión que experimentaron millones de personas en todo el continente ante el televisor mientras contemplaban el partido que Ghana estuvo a punto de ganar a Uruguay. De haber pasado a las semifinales, habría superado el límite que no pudo traspasar el Camerún de Milla en 1990 ni el Senegal de Fadiga, Diouf y Diop en 2002.

La conmoción fue tan profunda que Mandela transmitió un mensaje de apoyo al delantero

Se habían agotado los 120 minutos de juego, incluida la prórroga, cuando Suárez salvó a Uruguay sacando un tiro de Adiyiah con una mano. Gyan tuvo la victoria en el pie derecho, pero erró. Minutos después, fue el primer ghanés en ejecutar su penalti. Lo mandó 20 centímetros más abajo y fue gol. Pero su equipo acabaría hundiéndose con él. Las cámaras rodaron la secuencia de su dolor lacerante, de su llanto desesperado. Ahí había un hombre abatido al que miles de personas perseguirán por el resto de su vida con inoportunos mensajes consoladores, evocadores o, simplemente, malintencionados. ¿Qué podía decir Gyan? "Devolveré este golpe", balbuceó al salir del vestuario después de una larga ducha; "mentalmente, soy fuerte. He tenido el coraje de tirar el penalti, lo que, por otra parte, es normal porque soy el encargado de tirarlos. Ahora, él [Suárez] es el héroe en su país".

Gyan solo tiene 25 años, pero ya sabe lo que es la persecución social por razones futbolísticas. Durante la clasificación para la Copa de África de 2009 recibió continuas amenazas de muerte tras fallar algunos goles. El Gobierno de su país le asignó una escolta policial. Su madre declaró desconsolada: "Los ghaneses son unos desagradecidos. Mi hijo es joven, pero ha hecho cosas muy buenas para la nación. No debería ser tratado así".

Ahora, el peso que cargará sobre sus hombros será mayor. A pesar de lograr tres goles en el Mundial, contra Serbia, Australia y Estados Unidos, será mucho más recordado por su penalti fallado.

No solo se lo reprocharán en Ghana. Millones de sudafricanos esperaban la victoria de Ghana. Los policías del Soccer City, los hinchas de Sudáfrica, de Zimbabue, de Nigeria o de Mozambique, gente que no siempre convive apaciblemente, gritaron en comunión el gol de Muntari y se humillaron ante el error de Gyan.

La conmoción fue tan profunda que Nelson Mandela transmitió un mensaje de apoyo a Gyan. Lo dijo el presidente de la federación ghanesa, Kwesi Nyantakyi: "Mandela quiso que supiéramos que está orgulloso de nuestros jugadores y de Asamoah, de su esfuerzo y de lo que dio al equipo".

Gyan, Adiyiah (detrás) y Muslera siguen la trayectoria del balón hacia el larguero.
Gyan, Adiyiah (detrás) y Muslera siguen la trayectoria del balón hacia el larguero.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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