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Reportaje:TOUR 2010 | Hoy comienza la 'grande boucle'

Contador, ante la carnicería de Armstrong

Las emboscadas y maniobras del tejano, gran peligro para el español en la lucha por su tercer triunfo

Carlos Arribas

Entre el escándalo de los forofos futboleros, que no paran de armar ruido en Rotterdam, la ciudad del Feyenoord y de la que parte hoy el Tour también, se oye la vocecita de Lance Armstrong anunciando una carnicería. No habla de los Alpes ni de los Pirineos, ni de alguna contrarreloj monstruosa allá en el horizonte, de los espacios en los que edificó su dictadura siete años seguidos, sino de unos pedazos de adoquín por los que pasará el Tour el martes, del tipo de territorio en el que tradicionalmente los sabios, los expertos, los malignos, han organizado sus emboscadas. El único terreno en el que Armstrong, viejecito, sin fuerzas más que para resistir en la montaña y no dejarse doblar en las contrarreloj, pero con memoria -su primer Tour lo ganó eliminando a Zülle con una emboscada en el Gois; el sexto, acabando con Mayo en un tramo de pavés- puede intentar recuperar su tesoro. Armstrong amenaza, media docena de favoritos más le jalea y Contador, el gran favorito, al que todos desean ver fuera de juego a la primera, se planta y dice: "Aquí estoy" -prevenido él, ya estudió en su momento con el maestro Van Petegem los tramos del pavés de la Roubaix que pisará el Tour y ayer mismo se fue a analizar el impacto del viento sobre los pólders y la marcha del pelotón en su travesía de mañana- y, cuando le preguntan cuánto tiempo se conforma con perder esos días, "si pensara que puedo perder tiempo esos días no estaría nada bien, comenzaría el Tour con el pensamiento equivocado".

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Como si la adquisición de la experiencia exigiera ese tributo, después de ganar dos Tours (2007 y 2009) y con 27 años plenos de vidas, Contador, camino del tercero, asume, aún más sonriente, aún mucho más accesible, aún más relajado aparentemente, las normas de conducta y los deberes que convirtieron a Armstrong en un huraño: construcción de un equipo de fieles con códigos internos de iniciados, aislamiento progresivo del resto del pelotón, aumento de las medidas de seguridad que garanticen el aislamiento... Las lecciones del método Bruyneel, el director con el que Contador aprendió todo, también a decir 'no'. El primer Tour, el chico de Pinto lo ganó de sorpresa y casi el último día; en el segundo, todas las historias que interesaban eran las de Armstrong; en el tercero, él es el protagonista absoluto, el que debe cargar con todo el peso de la narración, mientras Armstrong, anciano encantador con un pasado que ocultar, olvidar, se dedica a las relaciones públicas, a trabajar a marchas forzadas por el título de Mr. Simpatía. No descompone la figura ni aun sabiendo que hoy se desatará una hermosa tormenta con la publicación, ya anunciada, en el Wall Street Journal de nuevas acusaciones-confesiones de Floyd Landis sobre el extendido uso del dopaje en el US Postal, equipo en el que ambos, ya designados en algunos medios como hermanos de sangre coincidieron.

Divertido y distante, qué poco ruso con esa media sonrisa, Denis Menchov, unos de los apóstoles en la cena de Contador, observa desde la distancia. "Sí, no estaría nada mal que Armstrong eliminara a Contador en el pavés", dice el ganador de un Giro y dos Vueltas, una de las mayores víctimas del pavés del Tour 2004. "Eso dejaría un Tour abierto de verdad, quedaríamos unos pocos favoritos. ¿Andy Schleck? ¿Qué ha ganado Andy Schleck, qué ha ganado Evans, qué ha ganado Kreuziger, que ha ganado Gesink? Todos saben que para ganar el Tour hay que saber ganar, hay que haber ganado antes. ¿Basso? Basso está cansado del Giro, y Sastre también".

"En las tres primeras etapas se podría perder más tiempo que en la montaña", dice Contador, que, dorsal número 1, saldrá el último, a las 19.32, en el prólogo de Rotterdam. "Pero que nadie se engañe, el Tour se ganará en los Pirineos, la última semana".

Alberto Contador, ayer en Rotterdam.
Alberto Contador, ayer en Rotterdam.GETTY IMAGES

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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