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Crítica:GREC 2010
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Caligrafía gestual

Hipnótico, bello y también monótono resulta Wild cursive, el espectáculo con el que ha regresado a Barcelona la Cloud Gate Dance Theatre de Taiwan, compañía que conquistó al público barcelonés con Moon water en la edición de 2007 del Grec. Al final de Wild cursive el público ovacionó calurosamente el espectáculo, muy jaleado por la primera dama de Taiwan, presente anteanoche en la actuación, si bien los espectadores no guardaron esta vez el recogimiento y la emoción monstrados con Moon water.

Lin Hwain-min, director artístico de la compañía, se ha inspirado en la caligrafía china para crear la coreografía. Con trazo firme y genial, exhibe un baile soberbio en el que la danza contemporánea, el tai-chi tao yin y las artes marciales se conjugan en un rico vocabulario coreográfico en el que la energía fluye como fuente de vida.

WILD CURSIVE

Cloud Gate Dance Theatre de Taiwan. Coreografía y escenografía: Lin-Hwai-min. Música: Jim Shum y Liang Chun-mei. Teatre Nacional de Catalunya. Barcelona. Hasta el 4 de julio.

Los 18 bailarines, que mostraron un magnífico y disciplinado trabajo coral, se convirtieron anteanoche en el Teatre Nacional de Catalunya en pinceles sobre un lienzo blanco: el escenario. Sus movimientos nacían de la inspiración de unas caligrafías dibujadas en telas blancas que pendían del techo. Según la riqueza de formas de cada trazo nacía un movimiento distinto, hasta llegar a figuras y filigranas. El coreógrafo enfatiza los diferentes tonos del negro en el trazo de cada caligrafía. El vestuario de los bailarines es también negro. La repetición de trazo resultó, en ocasiones, monótona pero no por ello carente de belleza.

La música de Jim Shum y Liang Chun-mei recrea pasajes sonoros de la naturaleza. Al final las imágenes del grupo moviéndose como olas arrulladas por el sonido del mar resultan embriagadoras, pero no logran calar en la emoción como sucedió con Moon water, obra en la que las suites para violonchelo solo de Bach lograban derretir al espectador.

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