IBM se olvida de las máquinas y confía su futuro al 'cloud computing'
Ayuntamientos, Gobiernos, empresas y hospitales son los principales clientes del gigante azul - A punto de cumplir cien años, IBM se centra en ofrecer programas y servicios de análisis predictivo de datos
En medio de los bosques de Nueva York se esconde la sede central de IBM, el gigante azul, un gigante tecnológico nacido en el umbral del siglo XX, y que un siglo después sigue en vanguardia. Durante sus casi 100 años de vida (los cumple en 2011) se le ha dado por muerta varias veces y otras tantas ha resucitado. Emplea a 400.000 personas, pero nunca se diría visitando su santa sanctorum, semidesierto, silencioso, misterioso, donde nadie, nadie, entra ni sale de una planta que no le corresponda.
Diez periodistas europeos, entre ellos de Ciberp@ís, han sido llevados hasta el medio del bosque para que Sam Palmisano y su troupe expliquen hacia dónde va y hacia dónde no este monstruo de 400.000 empleados presente en cerca de 200 países. No va hacia la venta de ordenadores ni impresoras en las tiendas, "productos básicos, con poco crecimeinto, con poco margen en las ventas", explica Mark Loughridge, el hombre que dirige las finanzas del gigante.
"Íbamos perdiendo beneficio"
Loughridge muestra portadas de revistas del 92, en donde se auguraba la caída de los dinosaurios, por supuesto IBM a la cabeza. "Íbamos perdiendo margen de beneficio, del 30% a poco más del 20% en el año 2000".
Con el nuevo siglo y la llegada Palmisano (director general desde 2002) se dio un vuelco a la estrategia. En estos diez años han comprado más de 100 empresas, la última hace una semanas, Coremetrics, una vez más, una empresa dedicada a la analítica de datos, pero especializada en las transacciones en tiempo real de los comercios y sus clientes. Compran empresas de software y venden las divisiones de hardware. Loughridge muestra orgulloso el cambio: en el año 2000 el 35% de los beneficios provenían del hardware, y el 25% del software (el resto servicios), hoy la relación es del 16% contra el 42%.
En la IBM de hoy, la M de Machines casi se ha caído. La nueva IBM se extiende, en silencio y semioculta tras una clientela muy especial. El guarda de tráfico de Estocolmo se llama IBM, el fontanero de las tuberías de Don Ying también se llama IBM y el mismo nombre tiene la enfermera que vigila las incubadoras del hospital de Toronto.
Gracias programas de analítica predictiva, el ayuntamiento de Singapur sabe con 30 minutos de antelación dón va a haber atascos; en Estocolmo programas similares han reducido el tráfico en un 25%. El departamento de Hacienda de Nueva York tambiénm ha recurrido a la analñitica de IBm para perseguir a los morosos. Así recaudaron 100 millones de dólares que se creían perdidos.
Dentro de cinco años la mitad de todos sus beneficios provendrán del software, y de tres campos principales: ciudades inteligentes, la analítica predictiva de los datos y el cloud computing. Cualquier domador logra volteretas de un chimpacé, pero muy pocos lo consiguen con un elefante. Palmisano es uno de ellos.
Rastreando los emoticones
A IBM no le interesan las personas como clientes, pero sí como voceros. Hace seis años que vendió a Lenovo su división de ordenadores personales, último vestigio que le quedaba de contacto con el consumidor particular, pero de él sí que le interesa lo que dice, lo que hace, porque las empresas e instituciones a las que va a vender sus servicios de información quieren saber qué opinan sus clientes.
La última herramienta que IBM ofrece a sus clientes empresariales es el análisis predictivo de los emoticones, símbolos gráficos que emplea la gente en sus comunicaciones coloquiales por la red. El programa se llama SPSS Modeler, y con él su cliente (empresa, Administración o candidato político) puede rastrear el comportamiento del consumidor o del votante, y sus cambios de actitud, y obrar en consecuencia. El programa puede extraer conclusiones de los emotivones y expresiones que la gente emplea para alabar o denostar un producto o servicio. El programa incluye 400.000 términos y miles de marcas, además de 180 temáticas, del bancario al político. Para el análisis, el programa usa el procesamiento de lenguajes naturales, que faculta al cliente a seleccionar conceptos, opiniones y categorías relevantes para los fines que persigue, y así anticiparse o prepararse a lo que vendrá.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.