"Soy un futbolista perdido en el mundo intelectual"
Es tranquilo, sosegado. Nada delata que Serge Fohr ha vivido durante años en dos países en guerra. Su Argelia natal y tres años en Vietnam. También pesan en él otros lugares, como sus cinco años en Ecuador, otros tantos en Argentina, cuatro en México y siete en España, de los que los cuatro primeros fue agregado cultural de la Embajada francesa y los tres últimos director del Instituto Francés de Madrid.
Aunque su régimen para cuidar colesteroles y ácidos úricos le impide lanzarse a por propuestas jugosas del asador vasco elegido para el encuentro, tiene claro que un pescado a la parrilla no le hará envidiar 1as carnes. Ni siquiera la chistorra humeante del aperitivo de la casa, que él ignora despiadadamente. No así la espectacular dorada de la que da buena cuenta mientras habla.
El jefe del Instituto Francés admite que su lengua perdió la hegemonía
En la actualidad afronta el centenario de la institución en la que trabaja, todo un símbolo de las relaciones entre los dos países vecinos y de la que dice que tiene los mejores profesores de francés de España: "Esos sí que son galácticos". La referencia al fútbol no es casual. Él dice de sí mismo que es "un futbolista perdido en el mundo intelectual o un intelectual que piensa con los pies de un futbolista": "Jugué muchos años, pero tuve que elegir entre estudios o futbol", dice este hombre para quien el deporte es un acompañante de la actividad cultural. "Incluso diría que indispensable. Lo cierto es que para el mundo de la cultura a veces el deporte es una actividad de segunda categoría, son dos esferas de la sociedad que tienen poco que decirse, aunque aquí en España hay más integración que en Francia, donde no sé si eso sucede por esnobismo o por desinterés", señala en su español fluido aprendido en Argelia con una tata española: "Y tuve profesores españoles fantásticos, exiliados y buenos pedagogos, alguno con una vida emocionante".
Sabe que el francés perdió la hegemonía que tuvo en el mundo a lo largo del siglo XIX y parte del XX: "Lo difícil es mantener una hegemonía cultural si no la hay lingüística, pero nuestra cultura sigue siendo importante para España, donde hay apetito por la cultura francesa. Además, el español está en pleno auge en Francia, y eso facilita nuestra labor", señala al tiempo que dice que entre la Alianza Francesa y el Instituto Francés hay 1.300 centros en el mundo.
Fohr sostiene que es un ser globalizado mucho antes de que se utilizara este concepto: "Mi padre de Lorena, madre corsa, nacido en Argelia, mujer madrileña, hija franco-mejicano-española, hijo franco-ecuatoriano-español... En casa hay nueve pasaportes", dice este hombre que como director de un centro cultural recibió en su día, entre otros, a dos presidentes de la República francesa, a la viuda de Allende, a Daniel Ortega y a Fidel Castro, con el que hizo de traductor entre el mandatario cubano y la señora Mitterrand durante cuatro horas seguidas (de once de la noche a tres de la madrugada) sobre los precios del azúcar en el mundo.
"Soy un apasionado del modo de vida español, aquí han inventado el arte del buen vivir", dice en el restaurante, al que viene por su calidad y la simpatía del personal. "Lo raro es que en Madrid no haya restaurantes franceses de alta gastronomía, como en otras ciudades. Será porque la comida española es tan buena...".
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