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El nuevo orden financiero mundial

Las soluciones nacionales se abren paso ante la crisis

El consenso entre países ricos y emergentes pasa a segundo plano

Alejandro Bolaños

¿Quién da más? Los días previos a la cumbre de líderes de países ricos y emergentes han tenido el tono de una puja. Si China anunciaba la apreciación de su moneda, Estados Unidos aceleraba la aprobación de su reforma financiera. Si India recortaba los subsidios a los combustibles, Reino Unido y Francia desvelaban nuevos planes de ajuste contra el déficit. Si España forzaba a la UE a hacer público en qué estado está la banca del Viejo Continente, Japón se obligaba a congelar la emisión de deuda. Todos son objetivos que pueden relacionarse con directrices marcadas por el G-20. Pero ahora los Gobiernos blanden estas medidas para evitar que se les obligue a tomar más.

Salvo que los líderes del G-20 logren dar hoy la vuelta a la situación, el comunicado final de la cumbre de Toronto remitirá en muchos casos a una solución país por país, antes que a un pacto internacional para adoptar las mismas medidas. Cuando no recogerá principios directamente excluyentes. "La cumbre debe centrarse principalmente en el crecimiento", reiteró ayer el secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner. "Nuestro primer compromiso es con la estabilidad presupuestaria", opuso el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que aprovechó para anunciar que Niza será la sede de la cumbre prevista en Francia en 2011.

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Ante las diferencias entre las tesis estadounidense y europea sobre cómo de rápido eliminar los estímulos públicos al crecimiento para atajar el déficit, Canadá ensaya una propuesta intermedia. En las conclusiones preliminares redactadas por la delegación canadiense se fija como objetivo reducir el déficit a la mitad de aquí a 2013, un ritmo de recorte más bajo que el que han asumido los europeos, pero más intenso del que prevé EE UU.

La opción de que se adopten soluciones nacionales ante la imposibilidad del consenso va más allá del ritmo al que cada país reducirá el déficit. Es también la solución que se propone en el borrador del comunicado para la imposición de impuestos a la banca (en estilo directo, que cada país haga lo que quiera). O la que ya anunciaron los ministros del G-20 hace unas semanas para que cada Gobierno gradúe la exigencia de los nuevos requisitos de capital y liquidez a la banca, aún pendientes de aprobación. Las dificultades para acordar requisitos similares al sector financiero abren el camino a fijar principios generales y a dejar en manos del regulador de cada país su aplicación.

La disparidad de opciones amenaza con debilitar el consenso. A pequeña escala, ocurrió algo parecido con las manifestaciones de grupos de activistas, que se concentraron en las calles de Toronto. Su objetivo era protestar contra la cumbre de países ricos y emergentes, pero la miríada de motivos exhibidos en sus pancartas ponía difícil captar un mensaje común. En las protestas hubo heridos y algunos arrestos.

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