El público se asoma a la fórmula 1
Poca asistencia en la segunda jornada de entrenamientos en Valencia
Sin grandes aglomeraciones ni colas infinitas, más bien con el público justo, la fiesta de la fórmula 1 echó ayer a andar en Valencia. La entrada principal, por la avenida del Puerto, vivía tranquila la segunda jornada de entrenamientos mientras los bólidos apuraban el tiempo en el circuito urbano.
En los aledaños (calle de J. J. Dómine, monumento a Joaquín Sorolla, calle del Ingeniero Manuel Soto) un goteo de visitantes circulaba arriba y abajo intentando echar un vistazo a través de las mallas que cubrían las vallas del trazado. En los balcones, los vecinos y trabajadores estiraban el cuello para ver si el rojo que pasaba era Fernando Alonso o Felipe Massa. Una familia que bajaba de uno de los pisos, justo enfrente de la dársena de la Copa del América, comentaba que "por la mañana sí que había gente, pero que ahora [las 15.00] poca cosa". Las tribunas estaban medio llenas.
La grada VIP del circuito, más que a la vera del trazado, la han montado los vecinos en las azoteas de los edificios de J. J. Dómine. En el octavo del número uno, una empresa ha convertido el solarium en una exclusiva zona VIP. Por 800 euros de viernes a domingo, el cliente tiene derecho a comer y beber cuanto quiera además de disfrutar de una panorámica del circuito inalcanzable desde los anfiteatros oficiales. El aforo máximo, explicaba una responsable a este periódico, es de 150 personas, muchas de las cuales habrían venido en barco hasta Valencia para ver la carrera desde el terrado. En varias de las fincas contiguas, la escena era parecida.
Por su parte, la alcaldesa, Rita Barberá, comentó por la mañana que la prueba de fórmula 1 "fomenta la dinamización de la economía". "Todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas", explicó, "están llenos y se están haciendo compras importantes en floristerías y mercados, además ¿cuánta gente verá la ciudad por televisión?".
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