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Columna
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Otro evangelio

Estaba de cuerpo presente y el Vaticano seguía insultándolo. O eso pretendía el articulista del L'Osservatore Romano al afirmar despectivamente que José Saramago, el autor de El evangelio según Jesucristo, había fallecido "agarrado hasta el final a su pertinaz fe en el materialismo histórico".

Pero, más que un insulto, para millones de lectores que devoraron sus libros fue la constatación de un hecho: el Nobel portugués había sido fiel a sus ideas, marxistas, sí, hasta el último instante de su vida.

Todo un ejemplo. Un modelo a seguir, justo ahora cuando asistimos a un despreciable travestismo político.

Atónitos, escuchamos a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, disfrazada con un pañuelo palestino, afirmar que su partido es "el verdadero partido de los trabajadores". En Andalucía, Javier Arenas se proclama paladín de los pensionistas, olvidando los años en los que, siendo ministro, su Gobierno recurría las subidas de las pensiones hechas por la Junta de Andalucía.

Dicen rechazar el abaratamiento del despido, cuando ellos lo convertirían en libre si gobernaran. Prometen bajar impuestos, cuando todos sus socios europeos los suben. El último, David Cameron, en Gran Bretaña. ¿Alguien se cree que Arenas los bajaría si ganara las elecciones? ¿No haría lo que la alemana Angela Merkel?

Se les ve el plumero. Sedientos de poder, se apoderan de todas las banderas, rojas o azules. Se camuflan y disfrazan de lo que no son a la caza del voto incauto.

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Por ello, en este mar de confusión ideológica, es de agradecer que haya gente que, como Saramago, mantenga enhiesta la bandera de la izquierda. En esa línea, un grupo de profesores de las dos universidades sevillanas acaba de presentar una "declaración frente a la crisis" en la que alertan de que "ceder a la extorsión de los mercados es debilitar aún más la democracia".

Los profesores sevillanos, entre los que se encuentran Juan Torres López, Francisco Sierra Caballero o María José Lera, piensan que los socialistas quieren "hacer creer a la ciudadanía que las medidas que se están adoptando son las únicas posibles". Citan en apoyo de su tesis al Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien afirma que con esas medidas nos encaminamos "al desastre". Otro Nobel, Paul Krugman, alerta sobre "el masoquismo" de los europeos empeñados en aprobar drásticos planes de austeridad en mitad de la crisis.

Para los profesores sevillanos, lo más urgente es reformar el sistema financiero, para obligar a los bancos a "devolver el crédito a empresas y familias". Señalan que la reducción de salarios "para aumentar los beneficios de los bancos es la antesala de una larga y dolorosa depresión". Y que puestos a recortar gasto público, hay otros capítulos donde aplicar la tijera, antes que salarios y pensiones: el gasto militar, o, añado, las subvenciones a la iglesia católica, que solo en concepto de IRPF y de pago de salarios a los profesores de religión se lleva mil millones de las arcas del Estado.

Los docentes sevillanos son conscientes de "la dificultad de tomar hoy día medidas diferentes a las que proponen la patronal y los grandes financieros". Por ello, piden que haya un debate en la sociedad, y de manera especial en los medios de comunicación públicos, para que el ciudadano sepa que hay "otras formas de hacer frente a la crisis".

Van de cara. Al contrario que los líderes del PP que cobardemente camuflan su discurso en piel de cordero, sin poder ocultar sus colmillos de lobo. Como le recordó sarcásticamente la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega al diputado jienense Cristóbal Montoro, "abrazan el marxismo-leninismo". Falsamente.

Una vergüenza, ahora que se nos ha ido un verdadero marxista: José Saramago, Hijo Predilecto de Andalucía. Un evangelista ejemplar para otro evangelio.

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