William Mitchell, padre del coche biplaza eléctrico
Se le consideraba un visionario de la planificación urbanística
Los avances de las nuevas tecnologías, la ubicuidad de Internet sin cables, hará de las ciudades lugares totalmente diferentes de como son hoy en día, conectados en esferas interdependientes, en una gran red en constante evolución, unida por autopistas físicas e informativas. Esa idea podría ser profética hoy en día, pero lo cierto es que el arquitecto y teórico del urbanismo William J. Mitchell la planteó ya en 1999. Fallecido el 11 de junio en Boston a causa de un cáncer, a los 65 años, Mitchell era lo más parecido que existe a un visionario de la planificación urbanística.
Mitchell creía que la tecnología haría evolucionar a la sociedad de forma orgánica. "Las redes de telecomunicaciones digitales no crearán nuevos modelos urbanos desde cero; comenzarán metamorfoseando a los ya existentes", escribió en su libro E-topia, de 1999. "De ese modo, como parásitos creciendo sobre sus anfitriones, han transformado el funcionamiento de otros sistemas sobre los que estaban albergados, redistribuyendo las actividades de esos propios sistemas, y eventualmente extendiéndolos en modos no previstos previamente".
Solía huir de la ortodoxia imperante en el mundo académico
Esa es la teoría. En la práctica, como líder del grupo Ciudades Inteligentes del Media Lab del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), Mitchell diseñó propuestas arriesgadas, innovadoras, ecologistas. Por ejemplo, el CityCar, un coche biplaza, y el RoboScooter, una moto plegable, ambos eléctricos. Los dos estaban pensados para el uso común, para ser aparcados en lugares comunes, y estarían controlados desde una red informática.
Nacido en Australia en 1944, Mitchell se licenció en Arquitectura por la Universidad de Melbourne en 1967. Luego estudió diseño medioambiental en Yale y un máster, de nuevo en arquitectura, en Cambridge. Enseñó en la Universidad de California en Los Ángeles, en Harvard y, finalmente, en el MIT, donde fue decano de la Facultad de Arquitectura y director del programa de ciencias y artes de la comunicación en su laboratorio de medios.
Como tal, asesoró al presidente del MIT en la ampliación del campus de esa institución, acometida entre 2004 y 2010. Así expandió el campus con edificios arriesgados e inteligentes, como el Stata Center de Frank Gehry o el Simmons Hall de Steven Holl. En una entrevista de 2003, publicada en la página web del MIT, Mitchell explicada su idea de edificio perfectamente interconectado: "Construyes un entorno físico que sea muy flexible, muy adaptable a las necesidades humanas más básicas. Cosas muy simples, como la luz natural, paredes de cristal, ventanas que se puedan abrir y cerrar, lugares cómodos para sentarse, espacios de los que te puedas apropiar para reunir a un grupo y en los que puedas inyectar la tecnología para crear lugares muy centrados en el ser humano. Esa es nuestra filosofía".
Su último libro lo publicó este mismo año. En Reinventando el automóvil, escrito junto con Christopher Borroni-Bird y Lawrence Burns, asegura que la industria del automóvil sigue anclada en el año 1908, cuando se diseñó el Ford modelo T: diseña coches de elevada potencia y gran capacidad para recorrer largas distancias. Ese principio hace que los automóviles sean altamente ineficientes para recorrer espacios urbanos.
En ese ámbito, como en otros, Mitchell era un visionario al que no le asustaba plantear ideas arriesgadas e incitar al debate, fuera de la ortodoxia imperante en el mundo académico.
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