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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Anelka, Domenech, Sarkozy

Tras la derrota de su selección frente a México, el diario francés Le Monde había titulado en primera: "Crónica de una derrota anunciada", sin saber que lo peor estaba por llegar.

Peor que la derrota fueron los acontecimientos desencadenados por la revelación (en L'Equipe) de que en el descanso del partido el jugador Nicolas Anelka (un hijo del suburbio, de difícil carácter) había insultado groseramente a su entrenador, Raymond Domenech, lo que provocó su separación del equipo por la Federación francesa; y esa sanción, el plante de los futbolistas, que se negaron a entrenar el domingo, y la discusión en público hasta casi llegar a las manos entre el capitán Patrice Evra y el preparador físico; y que culminó en la humillación de que Domenech aceptara leer en público el comunicado redactado por los jugadores amotinados para justificar su actitud: una imagen que recordó la de Yeltsin obligando a Gorbachov a leer y firmar un papel en el que se declaraba ilegal al partido comunista.

Esa humillación acabó con cualquier resto de autoridad que pudiera conservar Domenech, hijo de padres catalanes, entrenador de Francia desde 2004, a quien los jugadores, los periodistas y los aficionados han dejado de querer desde que empezó a no ganar o ganar de chiripa.

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Su aspecto no le ayuda. Si del actor Walter Matthau se dijo que recordaba a una cama deshecha, el desaliñado Domenech parece alguien que acaba de levantarse de la cama y todavía no ha despertado del todo. Sin embargo ha sido él quien, frente a las incoherencias de los jugadores (Anelka no dijo eso y lo importante es descubrir al traidor que lo filtró), ha dado la única explicación que podría haber atenuado la culpa: que no es lo mismo gritar eso en un cara a cara que farfullarlo en un rincón tras la discusión.

Lo llamativo es que esto ocurra en el país cuyo presidente impulsó hace poco una movilización por descubrir los valores cívicos propios de la identidad francesa, de los que su mestiza selección de fútbol podría ser el mejor símbolo. Pero hay mucha diferencia entre el cabezazo de Zidane (nacido en Argelia) al italiano Materazzi, que le había ofendido, en el anterior Mundial, y la soez salida de tono de Anelka en este.

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