Creérselo
Los análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el diseño óptimo y las condiciones que determinan la eficacia y el éxito de un programa de ajuste han variado a lo largo del tiempo. Por ejemplo, se ha pasado de la necesidad de evitar la creación de riesgo moral al imperativo de usar la fuerza bruta para anticiparse a los mercados. De la necesidad de adoptar condicionalidad extensiva a la optimalidad de enfocar las reformas en los aspectos cruciales, para no perder la concentración de las autoridades. Pero hay un elemento que aparece siempre como determinante fundamental del éxito de los programas de ajuste: las autoridades tienen que creérselo, tienen que hacer suyo el programa. La experiencia demuestra que mientras las autoridades justifican las reformas por los ataques especulativos de los mercados o la imposición externa del FMI, los programas tienen una alta probabilidad de fracaso o acaban exigiendo ajustes más dolorosos. Cuando las autoridades cambian de estrategia y adoptan el programa como suyo, como algo necesario para mejora el panorama económico del país, la credibilidad aumenta de manera rápida, el éxito comienza a florecer y el ajuste se abrevia.
Sin una estrategia proactiva y creíble de comunicación será difícil cambiar el rumbo de los mercados
Las reformas que está adoptando España y la falta de respuesta hasta la fecha de los mercados adolecen de esta actitud de no creérselo. La reforma del mercado de trabajo, presentada esta semana, es claramente un paso importante en la dirección adecuada. Es algo muy técnico sobre lo cual es difícil ponerse de acuerdo y definir una actuación óptima, y seguramente dos expertos laborales darán tres visiones distintas de lo que habría que hacer. Pero está claro que la reforma presentada esta semana avanza en la corrección de la injusta dualidad del mercado laboral, en la reducción de los costes del despido y en la flexibilización de la negociación salarial, todos ellos aspectos de necesaria y urgente reforma. Perfecto. ¿Pero se lo cree el Gobierno, o da la impresión de que lo hace porque ha sido obligado a hacerlo?
Comparemos esto con la reforma de las cajas de ahorros. Desde hace años el Banco de España ha insinuado de manera más o menos clara que las cajas de ahorros españolas necesitaban una profunda reforma de su estructura de gobierno. Desde hace meses el Banco de España ha dejado muy claro que las cajas necesitaban darse prisa y adoptar planes urgentes de reestructuración y recapitalización, y solo la interferencia política impedía que el proceso se desarrollara con la rapidez necesaria. Cuando, finalmente, tras la intervención de Cajasur, el Banco de España se ha visto libre de las trabas políticas, el proceso se ha acelerado. Esta semana el Gobernador del Banco de España ha ido más allá y ha anunciado que se publicarán los resultados de las pruebas de estrés de los bancos españoles. Perfecto. Reestructuración, recapitalización, y transparencia. De manera agresiva. Da la impresión de que el Banco de España se lo cree. Veremos lo que opinan los mercados en unas semanas, cuando se publiquen los resultados.
Una vez que un Gobierno se lo cree puede empezar a tomar una posición mucho más proactiva. Por ejemplo, anunciar a bombo y platillo que esta reforma laboral es una parte clave de la estrategia de aumento del crecimiento potencial de la economía española, algo absolutamente necesario para así mejorar el panorama fiscal. Por ejemplo, anunciar todas las reformas -fiscal, laboral, de las cajas, y esperemos que de las pensiones y de los mercados de bienes y servicios- como un paquete profundo de cambio positivo de la economía española, con orgullo, de tal manera que se pueda dar una visión esperanzadora y fundamental del futuro económico español para así contrarrestar a las agencias de rating. Reconocer que la economía española había entrado en una senda problemática, que se han tomado las medidas para remediarla, y explicarlo de manera clara y efectiva.
Si no se adopta esta estrategia proactiva y creíble de comunicación será difícil cambiar el rumbo de los mercados. España tiene la mala suerte de enfrentarse a la primera crisis post-Lehman. El impacto de la quiebra de Lehman, además de la profunda recesión económica que generó, fue abrir la imaginación de los mercados a escenarios que antes eran impensables. Las caídas de precios y de los agregados macroeconómicos fueron de un orden de magnitud inconcebible hasta la fecha. Esto ha tenido como consecuencia que, post-Lehman, los mercados tienen una concepción del riesgo muy diferente. Es algo similar al trauma que experimentan los soldados al regresar del combate, que sufren flashbacks recurrentes de las vivencias del combate. Por ejemplo, los mercados de opciones bursátiles estadounidenses asignan actualmente una probabilidad del 5% a una caída de la Bolsa del 50%. Hace tres años, los mercados asignaban una probabilidad del 5% a una caída de la Bolsa de "tan solo" el 25%. El orden de magnitud de lo que los mercados están dispuestos a considerar como escenario de riesgo se ha doblado. La tolerancia de los mercados ha cambiado.
España se enfrenta a una ardua tarea en función de recuperar la confianza de los inversores. Esta semana los mercados han demandado a España un tipo de interés por la deuda a 18 meses más alto que el tipo de interés alemán a 10 años. El diferencial de tipos con Italia (un país con una deuda sobre PIB de más del cien por cien) se ha disparado. El tipo a dos años español es ya superior al portugués. La curva de tipos española se está aplanando rápidamente, y la curva de CDS está invertida. Todas estas son señales de alta desconfianza y de ilustración de la magnitud del problema.
Así que esperemos que nuestros dirigentes se lo crean y nos convenzan de que se lo creen. De que estas reformas, que muchos de nosotros las llevamos pidiendo hace varios años, son absolutamente necesarias para generar un futuro mejor para el país y no son el fruto de las demandas ilógicas de los mercados, del FMI, o de la Unión Europea. Como dicen en algunos países latinoamericanos, esperemos que nuestros dirigentes se pongan la camiseta y la defiendan con orgullo.
Ángel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.
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