Furtivismo en tiempos de crisis
Las incautaciones de aparejos se disparan para frenar la creciente captura ilegal de especies en la costa, aunque muchas veces las sanciones no se llegan a cobrar
Son las ocho de la tarde de un domingo en la resguardada terraza de un bar de A Coruña llena de clientes hasta los topes. Un hombre pasea por las mesas mostrando una caja de percebes, recién cogidos. "Los vendo a 20 euros el kilo, aquí tengo dos kilos y medio, más o menos, mire qué hermosos", explica a una señora que acabará comprando parte. "Yo por menos de 30 euros no voy al percebe, no vale la pena", comenta otro conocido del bar, en tono de reproche por el precio demasiado barato de su colega.
La escena, ocurrida hace 15 días, no es insólita. Y refleja cómo el furtivismo es una arraigada costumbre que goza de impunidad y es socialmente aceptada. Salvo para el sector pesquero, que ansía ver erradicada esa lacra que mina su medio de vida. Y duda de que algún día se acabe con los furtivos por la falta de armas legales con que combatirlo. Aunque el giro en la estrategia del plan contra el furtivismo que acordó la Consellería do Mar con el sector en noviembre de 2009 está empezando a dar resultados. "Sí, pero sin triunfalismo", matiza el subdirector general del Servizo de Gardacostas de la Xunta, Lino Sexto.
Para la Xunta y las cofradías, urge tipificar como delito la pesca sin permiso
En la propia lonja de A Coruña han aparecido lotes sin dueño conocido
La crisis y el paro generaron un repunte de la extracción ilegal de marisco. "Y no podemos aflojar, ni bajar la guardia", agrega el responsable de coordinar esos operativos especiales -54 en lo que va de año- en los que, con ayuda de guardias civiles y policías autonómicos, se bloquearon por sorpresa rías enteras o zonas de marisqueo para atacar a los furtivos donde más les duele: el decomiso de aparejos y artes. Los 29.058 útiles incautados en los últimos 12 meses, la mayoría nasas para pulpo, centollas o nécoras, representan casi un 80% más que en años anteriores.
En un año, de junio de 2009 a mayo pasado, se decomisaron casi 47.000 kilos de especies extraídas ilegalmente. Y el número de "posibles infracciones" se eleva a 3.496. Posibles, dice la consellería, porque resulta difícil coger con las manos en la masa a un furtivo. Y muchas de las sanciones impuestas contra una actividad ilegal que no está tipificada como delito, y por tanto sin consecuencias penales, no se cobran nunca por declararse insolvente el infractor, admite Sexto. Hay furtivos que baten todos los récords de multas sin pagar.
En las rías de O Burgo y Ferrol, los puntos negros del furtivismo junto a la de Arousa, el marisqueo o pesca sin permiso va unido a la marginalidad de chabolistas asentados al pie del mar "que no tienen nada que perder", dice el responsable de guardacostas. En Arousa, es un furtivismo más fácil de controlar "porque suelen ser profesionales que faenan en horarios no permitidos o que exceden los topes legales".
Para la Xunta y las cofradías, urge tipificar como delito la actividad pesquera sin autorización. La Fiscalía Superior de Galicia no lo tiene tan claro y encargó un exhaustivo estudio sobre el problema para determinar si es viable modificar el Código Penal. Y ese informe permitirá también ver otros desfases o lagunas que se puedan corregir entre las herramientas ya existentes para combatir esa lacra.
Lino Sexto considera que otro éxito es haber conseguido ganar, "y bastante", el respeto de los furtivos. Se redujeron las agresiones y amenazas a los guardacostas y guardapescas de las cofradías. "Nosotros sólo vamos armados con nuestro bolígrafo para levantar acta y decomisar, pero ahora con la presencia de policías y guardias civiles, la resistencia y la agresividad son menores cada vez. Además, no tratan de escapar como antes, saben que al estar la ría cerrada lo tienen cada vez más complicado".
Las inspecciones, unas 15.000 en el último año, se han intensificado también en toda la cadena de comercialización y de consumo, con controles en carretera, lonjas, restaurantes o depuradoras. La cofradía de A Coruña asegura que en la lonja de la capital provincial "entra a vender cualquiera". Sexto lo niega, aunque sí aparecen, en controles rutinarios, lotes de marisco y pescado sin dueño conocido. Entre los 84 restaurantes inspeccionados en vísperas de Semana Santa, se encontraron 22 infractores, principalmente por tener mercancía sin tique de compra o procedencia. La Consellería do Mar prepara una nueva norma para la comercialización de productos pesqueros con el fin de dificultar todo canal de venta ilegal.
El subdirector del Servizo de Gardacostas opina que las sanciones, que pueden llegar a ser importantes, sí tienen efectos en la hostelería. "Pero la labor de concienciación no es cosa de un día, lleva su tiempo impedir que la costumbre se convierta en ley y es necesario el apoyo de toda la sociedad". El fin del furtivismo en el mar aún está lejos.
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