Messi también es Xavi
La Pulga organiza a Argentina en el gran día de Higuaín - Corea del Sur apenas puso resistencia ante un batallón de delanteros
Messi no solo tiene talento, es la suma de muchos talentos. El fútbol no tiene misterios para él, que domina todos los registros: regatea, golea, acelera, frena, amaga, patea... Y mucho más. Este genio puede jugar de lo que quiera, donde quiera y cuando quiera. Su repertorio es infinito porque el fútbol es su cuna, siempre lo fue. Fuera del escenario tiene un aire marciano; sobre la hierba procesa todo, es enciclopédico. Es lo más maradoniano que se haya conocido.
Frente a Corea del Sur, a Maradona, que ahora es académico en el banquillo, le dio por situar a La Pulga unos pasos por delante de Mascherano, el dique en el medio campo, un futbolista sabio para ejercer de guardaespaldas y con botas de sierra en cada disputa. El centro del campo es un terreno que Maradona desprecia tanto que su capitán, Mascherano, es el único medio, el único ancla. Para el popular y populista seleccionador albiceleste, el juego tiene dos áreas y entre una y otra, el Sáhara. Descartado Verón, titular en el estreno argentino ante Nigeria, la bicampeona se desplegó con cuatro defensas, Mascherano con la escoba, Messi de faro y el pelotón de asalto: Maxi, Tévez, Higuaín y Di María. Así se alineaban los equipos de hace medio siglo, cuando las delanteras se recitaban de carrerilla: Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza; Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento; Basora, Kubala, César, Moreno y Manchón... No hay selección en el planeta con la nómina de delanteros que tiene Argentina, que mantiene incluso a la sombra a Diego Milito y Agüero. Por ello, Maradona ha decidido desafiar a la ortodoxia reinante. Interesante experimento. Habrá que ver si se descara igual cuando le lleguen los ochomiles a partir de octavos de final. Corea del Sur fue una tachuela.
Maradona desprecia tanto el centro del campo que solo jugó con Mascherano
Argentina juega poco, es un equipo noqueador. Si ante Nigeria se enrocó en numerosas ocasiones de gol, frente a los asiáticos aumentó su productividad y, aun así, se quedó corta. Le falta la diana de Messi, pero La Pulga está en otras faenas. Más alejado del área que de costumbre, el argentino hizo de Xavi. Fue el socio de Mascherano en la salida del juego, el pateador de las jugadas con la pelota detenida y el asistente final de todos. En cada gol tuvo protagonismo. Lanzó la falta que hizo tiritar a Park Chu-Young, que goleó en la dirección equivocada sin que nadie le distrajera. De Messi partió el centro de Maxi para el primer tanto de Higuaín. De Messi fue el soberbio eslalon que, primero, desvió el meta Jung con el pie, luego escupió el poste derecho y El Pipita sopló el segundo tanto. De Messi fue el pase de palanca por encima de una nube de coreanos para que El Kun, explosivo y muy fresco en el tramo que jugó al final, citara a Higuaín con la gloria. Messi, Messi, Messi...
A la fiesta goleadora del delantero madridista, a punto estuvo de sumarse su socio barcelonista, que dejó una vaselina a un milímetro del gol. Higuaín ya es el pichichi del Mundial; Messi el mayor encanto. Los dos llegaron bajo sospecha a la selección y en su caseta siempre se han sentido algo perturbados. No forman parte del núcleo duro que lideran gente como Heinze.
Argentina no responde igual en las dos áreas. Cerca de Romero, su guardameta, hay grietas. Los centrales son lentos y se enredan con facilidad. Le ocurrió a Demichelis en el último segundo del primer tiempo. Se hizo un nudo con la pelota y se la birló Lee Chung-Yong. Corea no había tenido dictado alguno en el encuentro. Es un equipo tan animoso como ingenuo. Con todo, con 2-1, Yeom Ki- Hun estuvo a un paso de angustiar a Argentina. Tras una vertiginosa jugada asiática, Yeom se vio ante Romero. La jugada exigía un remate con la derecha; con la zurda el ángulo se acortaba. Yeom eligió mal. Un respiro para Maradona y su grupo. No hubo más noticias de los coreanos.
La salida de Agüero multiplicó la amenaza albiceleste. El paisaje estaba despejado hacia la meta surcoreana, pero en esta Argentina partida por el medio el principio y el fin del gol son los delanteros. Algunos, como Agüero, y por supuesto Messi, se bastan. Uno y otro pusieron el broche al partido, con Messi en cuclillas, extenuado tras su trinitario papel como director de juego, enganche y delantero. Solo le falta el gol. Cualquier día se empachará. Quizá cuando la exigencia sea mayor. Golpe a golpe avanza firme Argentina. Maradona toca la corneta; Messi, el violín y lo que le pidan.
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