Apoteósico triunfo de Rosell
El ex vicepresidente alcanza la presidencia del Barça después de barrer al laportismo
Sandro Rosell, el vicepresidente deportivo que en 2003 fichó a Ronaldinho y cinco años después apoyó la moción de censura contra Joan Laporta, la misma que provocó el ascenso de Pep Guardiola al banquillo del Camp Nou, es el nuevo presidente del Barcelona para los próximos seis años. El suyo fue un triunfo apoteósico, hasta cierto punto sorprendente, por el índice de participación (48,11%: 57.088 votos) y por la espectacular mayoría absoluta obtenida: el 61,4% de los votos (35.021) frente al 14,1% de Agustí Benedito, el 12,3 % de Marc Ingla y el 10,8% de Jaume Ferrer.
El escrutinio de ayer estuvo en la línea del registrado en el voto de censura contra la directiva de Laporta en 2008 -60% a favor y 37,7% en contra- y confirmó que el laportismo no tiene continuidad sin Laporta: los 27.138 votos de 2003 se han repartido entre las cuatro opciones. Las dos candidaturas que defendían el modelo actual quedaron últimas y el apoyo recibido por Rosell recuerda al que tuvo Josep Lluís Núñez en sus mejores tiempos.
Los candidatos continuistas, Ingla y Ferrer, quedaron por detrás de Benedito
Rosell ha descrito una trayectoria parecida a la de muchos socios, eufóricos al inicio del mandato de Laporta, decepcionados después con el absentismo de la directiva ante el abandono de los muchachos de Frank Rijkaard y entregados los dos últimos años a Pep Guardiola. Si el fútbol es una religión, Guardiola ha sustituido a Laporta como dios del barcelonismo, circunstancia que deja a Rosell en una posición tan exigente como esperanzadora por el apoyo social. Al nuevo presidente le conviene generar las mejores condiciones para el trabajo del entrenador y se le pide que ponga el club a la altura del equipo, ganador de cuatro Ligas y dos Copas de Europa en siete años.
La campaña electoral no ha mejorado la figura de Laporta -el 62,6% de los socios no le habría votado si se hubiera podido presentar a la reelección-, incapaz de articular una candidatura continuista por su carácter explosivo, excesivamente presidencialista. Por el contrario, ha agrandado la de Rosell frente al papel discreto de los demás aspirantes. Laporta, por tanto, ha facilitado en cierto modo el triunfo del que es su máximo enemigo, Sandro Rosell, acusado por el presidente de comisionista y por Ingla de estar encausado en Brasil.
Rosell ha sabido capitalizar a los socios descontentos, barcelonistas de diferente condición, gente que quiere un presidente menos exhibicionista e intervencionista, y también ha recuperado el voto de socios críticos con Johan Cruyff y con Laporta como líder de Elefant Blau. Alrededor de Rosell se han juntado personajes como Núñez, Carles Rexach y Oriol Giralt, promotor del voto de censura, circunstancia que confirma el papel de opositor que el nuevo presidente ha ejercido durante cinco años, desde que dimitió para volver como presidente.
Rosell se ha entrenado mucho tiempo para ser presidente, ha controlado de forma sistemática el proceso electoral y se ha ganado la complicidad de los poderes fácticos en una campaña sin consignas políticas. Muy próximo a los socios y a las peñas, barcelonista y catalanista, representante de la familia bien avenida -acudió a votar en compañía de sus padres y su esposa-, fidelizó las firmas suficientes para reafirmar su condición de favorito y se benefició de la incapacidad de sus rivales para juntarse en una candidatura alternativa -el sábado fracasaron el último intento- porque los tres contaban hasta ayer con movilizar a los socios indecisos suficientes para ganar las elecciones.
Asumido el cambio generacional que desde 2003 se ha impuesto en la directiva del Barça, el reto de Rosell es dar un paso adelante frente al temor a un retroceso. "Pasaremos de la revolución a la restitución", defienden los rivales de Rosell, que cohabitará con Laporta hasta el día 30.
El barcelonismo ratificó que Laporta y Rosell son dos gallos que no caben en la misma junta por más que convivieran dos años. Acabado el mandato de Laporta (ganó con el 52,6%), empieza el de Rosell: 61,4%.
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