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Mehta entusiasma en Santiago tras 13 años de ausencia

Zubin Mehta volvió a Santiago 13 años después de sus éxitos con la Israel Philharmonic y el Maggio Fiorentino y desplegó su maestría mostrando las cualidades de su Orquesta de la Comunitat Valencià (OCV): cuerdas de sonido compacto, sedoso en las agudas y de calidez aterciopelada en los chelos. Sus metales son brillantes y rotundos, pero nunca desabridos, y las maderas, redondas. Mehta, con estos mimbres y su elegante economía gestual, tejió el cesto de la obertura Leonora III de Beethoven como su mejor tarjeta de visita. Con precisión y excelente control del sonido lanzó las características oleadas de fuerza beethovenianas en una versión plena de estilo.

Hechas las presentaciones, la fiesta del viernes siguió con Schumann y su Concierto para piano, justo tres días después de su segundo centenario. Fue otra demostración de oficio por parte de Mehta, siempre acertado con la línea de acompañamiento a Javier Perianes y destacando lo más sinfónico de la obra. Lo más emotivo, el canto de las cuerdas en el intermezzo. Perianes mostró un correcto mecanismo, con digitación clara, buen legato y adecuada gradación del sonido. Musicalmente, lo más destacable fue la gracia del allegro final. Socialmente, para alivio de melómanos, que todo el público fue mucho más respetuoso con intérpretes y asistentes que el de anteriores eventos de Xacobeo Classics, de planteamiento más populista. Ojalá dure.

Mehta tiró de efectivos para comenzar con la Danza de los siete velos de la Salomé de Richard Strauss, otra exhibición de la OCV, y su capacidad de expresión en ritmo, sensualidad (qué gran solo de flauta) y una cuerda especialmente en vena, con unos pianissimi sólo posibles con esa masa de 66 arcos sobre el escenario.

Camilla Nylund demostró por qué es considerada la mejor Salomé actual. Por belleza de voz, técnica y musicalidad, recorre todos los encontrados sentimientos de la joven perversa, enamorada y finalmente enloquecida al comprobar las consecuencias de su conducta. Su excelente hacer escénico hizo ver el horror del beso a la cabeza cortada del Bautista con un simple gesto de acercamiento de manos a su boca entreabierta.

Por potencia y proyección de voz, su canto llena la sala, lo que permitió la presencia de autoridades en el palco, en contraste con su sabia ubicación en las primeras filas durante el concierto de Cecilia Bartoli. Pese a todo, al maestro Mehta se le fue la mano soltando decibelios y casi llegó a taparla con algún que otro tutti en fortísimo.

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