_
_
_
_
Crónica:OPINIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Irán: el mundo contiene la respiración

El distanciamiento entre la sociedad iraní y el régimen de Ahmadineyad se hace más patente cada día. Mientras en Irán se conmemora la muerte del imán Jomeini, la oposición celebra su primer debate 'online'

Hace un año, exactamente un año, que Mahmud Ahmadineyad robó los votos de los iraníes.

Hace un año, casi exactamente un año, que el pueblo de Teherán empezó a salir a la calle para expresar su cólera, su insumisión, su esperanza en un futuro democrático y en el cambio.

Y, la víspera de este último aniversario, que, desgraciadamente, es también el de la sangrienta represión que vino a continuación, uno no sabe muy bien qué desearles a las mujeres y los hombres de Irán.

Por un lado, por supuesto, la mayor parte de las señales que nos llegan hablan de una sociedad abierta, viva, en ruptura con unos dirigentes desacreditados, y que nunca más se reconocerá en una república islámica necrosada, exangüe.

El maquillaje femenino se concibe como arte de combate, y las cintas en la muñeca, como desafío al orden de los turbantes
Alí Jamenei recuerda que "algunos de los que acompañaron al imán de París a Teherán fueron ahorcados por traición"

El último libro de Armin Arefi, por ejemplo, esa colección de entrevistas, encuentros y cosas vistas en el Irán de los blogueros intrépidos, los twitts rebeldes, el maquillaje de las mujeres concebido como arte de combate o las cintas de tela verde en la muñeca como señal de desafío al orden de los turbantes, cuenta desde dentro (Cintas y turbantes, Ediciones Denoël) un Irán nuevo, alegre, trágico -cuando tiene el rostro ensangrentado de Neda, Taraneh o Sorhab, víctimas, entre tantas otras, de la violencia de hace un año-, y que, lo repito, no volverá a someterse.

Y en cuanto a las perspectivas políticas del movimiento, en cuanto a esa desunión de los insumisos que, como siempre, proporciona un último aliento a los asesinos, quiero anunciar a quienes se entristecen por ella una noticia tal vez más decisiva de lo que parece: el viernes pasado, la revista La Règle du Jeu -laregledujeu.org- acogió la conferencia de prensa unitaria de los representantes de todos los matices de la oposición, el primer debate online entre personalidades tan diversas como el cineasta Mohsen Makhmalbaf; el fundador de la Ola Verde, Amir Jahanchahi; el kurdo Abdullah Mohtadi; el alma de la resistencia baluchi, Reza Hosseinbor; Hasan, el hijo del gran ayatolá Shariatmadari; el realista constitucional Mehrdad Khonsari; el portavoz del movimiento Verde, antiguo miembro fundador de los Guardianes de la Revolución, Mohsen Sazegara; la militante por los derechos de las mujeres Mehrangiz Kar, y otros a los que no mencionaré.

Pero, por el otro lado, hay que ser sordo para no oír el eco de la contramovilización que se prepara y de la que cabe suponer que, como la última vez, no dará cuartel.

Hay que ser irresponsable -sordo y, por tanto, irresponsable- para no prestar oídos al mensaje dirigido por el régimen cuando, el viernes pasado, vigésimo primer aniversario de la muerte de Jomeini, ante una inmensa muchedumbre traída desde las pequeñas y medianas ciudades del Irán profundo en 50.000 autocares especialmente fletados a tal efecto, el propio nieto del imán, Hasan Jomeini, conocido por sus simpatías progresistas, fue abucheado y, finalmente, obligado a abandonar el mausoleo bajo la protección de sus guardaespaldas.

¿Y cómo ignorar las amenazas apenas disimuladas proferidas ese mismo día, en uno de sus muy raros discursos, por el guía supremo, Ali Jameneí, durante el que evocó los acontecimientos de 1979 para recordar que "algunos de los que acompañaron al imán en el avión de París a Teherán más tarde fueron ahorcados por traición"?

Hoy, más que nunca, Irán está en una encrucijada de destinos.

La solicitud de manifestación presentada para este 12 de junio por Medí Karoubi, Mir Hosein Musaví y los líderes de ocho asociaciones reformistas, significa dos cosas a la vez: que en esta ocasión la oposición no temerá tomar las calles, como el 11 de febrero pasado, aniversario del nacimiento de la República Islámica, y que los milicianos a sueldo del Ministerio del Interior estarán ahí para, si es necesario, ahogar otra vez al movimiento en su propia sangre.

De forma que los amigos de Irán, los partidarios de "¿dónde está mi voto?" y de su insurrección cívica y pacífica, los hombres y mujeres que, en Occidente, conservan celosamente en sus corazones la imagen de Neda, la joven de 26 años asesinada de un disparo a bocajarro por el miliciano basij Abbas Kargar Javid y convertida después en el símbolo del Irán libre, no tienen más remedio, en el momento en que escribo estas líneas, que contener la respiración, rezar si saben hacerlo, esperar, confiar y, además, decir a quienes, entre ellos, tienen algún ascendiente en Irán, que el menor gesto, la menor palabra o silencio será escrutado con lupa por los protagonistas de un enfrentamiento que, sin la menor duda, si se desarrollara a puerta cerrada, terminaría en tragedia.

Aviso, pues para Barack Obama, cuyo extraño mensaje de Año Nuevo dirigido al mismo tiempo al régimen y al pueblo iraní consternó a sus admiradores en Teherán.

Aviso para los dirigentes europeos que han sabido emplear mejor que el presidente estadounidense el lenguaje de la firmeza, pero que, al parecer, aún no han percibido el alcance de lo que se anuncia como "la" gran cita democrática de este comienzo del siglo XXI.

Todos deben saber y, sobre todo, decir, que sólo hay una salida posible para el impasse en el que Ahmadineyad intenta encerrar a su país y, con su país, al mundo: reforzar por todos los medios imaginables a las fuerzas hostiles al régimen; que el pueblo iraní derroque, tan pronto como sea posible, a ese régimen que lo aterroriza. Entre los mulás y la guerra hay una tercera vía, una sola: la de la democracia.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_