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Reportaje:CINE / Reportaje

Un cuarteto de cine

Rocío García

La cita no fue en un restaurante, ni siquiera delante de unas cervecitas, como tantas veces se habían prometido para luego incumplir casi de inmediato. Son los móviles los que se ocupan de mantener la conexión entre estos cuatro músicos de cine que hoy se reúnen en una de las salas del Teatro Real de Madrid. Alberto Iglesias, Roque Baños, Lucio Godoy y Fernando Velázquez, cuatro compositores dedicados a crear música para cine, se muestran como lo que son: unos amigos que hace tiempo no se ven. Su trabajo lo realizan individualmente, a las órdenes de los directores y siempre sometidos a una historia, pero la grandeza que proporcionan al cine ya está fuera de toda duda. Sin olvidar que las bandas sonoras se han convertido en uno de los reclamos más importantes del mundo discográfico, la música de cine en España ha dejado de ser la gran arrinconada. Directores y productores ya no dudan de la importancia de la música en ese recorrido vital que es una película.

La tradición viene de lejos. Nombres como los de José Nieto o Ángel Illarramendi están en la memoria y el corazón de todos estos músicos que no solo se han hecho un hueco en nuestro país, sino que algunos ya han saltado las fronteras y su prestigio resuena en la industria internacional y más concretamente en la gran meca del cine que es Hollywood. Alberto Iglesias (San Sebastián, 1955) es uno de ellos. Con siete goyas, dos premios de la Academia de Cine Europeo y dos candidaturas a los Oscar de Hollywood por El jardinero fiel (Fernando Meirelles) y Cometas en el cielo (Marc Foster), Iglesias es sin duda el compositor español de cine más respetado y admirado. Otro nombre indispensable en el panorama internacional es el de Javier Navarrete (Teruel, 1956), que ha puesto música, entre otros títulos, a las películas de Guillermo del Toro (El laberinto del fauno o El espinazo del diablo) y que ya está instalado en Los Ángeles. Pero junto a aquellos que deciden buscar proyección fuera de nuestras fronteras, hay otros que vienen a nuestro país en busca también de mayor fortuna. Este es el caso del propio Lucio Godoy y de su compatriota Federico Jusid, de 36 años, que vive en Madrid desde hace casi diez y desde aquí participa en el trabajo de series de televisión (Gran Reserva), además de firmar junto a Emilio Kauder la banda sonora de la exitosa y multipremiada El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella.

Jusid combina su trabajo en el cine y la televisión con su faceta de concertista de piano y compositor. El proceso creativo de este músico tiene un ideal: poder trabajar con el director desde el mismo momento del comienzo del proyecto para que sus composiciones afecten o puedan afectar al tempo musical de la película. "Creo que la música debe ser una mirada más", asegura. El cuarteto convocado en el Real es eso, un cuarteto. En el caso de la música de cine en España bien podía haber sido un quinteto, un sexteto, e incluso una orquesta completa. Los cuatro, con procesos creativos diferentes, aunque siempre ligados a las imágenes y al guión, son un ejemplo del poderoso abanico que se vive en España en este arte de poner música a las imágenes.

La inspiración

Alberto Iglesias es un compositor tranquilo y elegante, del que todos resaltan su humildad y generosidad. Al que todos admiran y hablan con un respeto casi celestial. El segundo compositor en recibir el Premio Nacional de Cine (2007), siete años después de José Nieto, dice que la repercusión que ahora tiene la música de las películas en España es todo gracias al auge del cine español. "Nosotros hemos ido creciendo con él. Antes había muy poco cuidado no solo con la música, sino también con otros aspectos de las películas que gozaban de presupuestos mínimos. Eso ha cambiado y también el oído de los directores y la opinión de los productores. La música se ha convertido en España en un arma muy útil para mejorar la película, para hacerla más atractiva ante el espectador", asegura el compositor, quien reconoce que ese aspecto algo secundario que tenía hasta hace poco la música incluso le atraía.

El compositor que empezó de casualidad -"pensándolo bien, la casualidad mantenida deja de ser casualidad"- con películas de realizadores vascos (Montxo Armendáriz, Imanol Uribe o Julio Medem) se ha convertido en el colaborador perfecto de Pedro Almodóvar, con el que ha trabajado en todas sus películas (siete en total) desde La flor de mi secreto. Ahora, después de estrenar en el Auditorio de Madrid el Cuarteto breve para el Tokio String Quartet -"la música... pura, no sé cómo llamarla, tiene que tener su propio espejo, como una página en blanco sin referencias, sin una historia detrás que la pueda distorsionar"-, ultima la banda sonora para el filme de acción de Paul Haggis The next three days, y lee el guión de La piel que habito, que Almodóvar rodará el próximo verano.

Siempre al servicio de las historias y las directrices de los realizadores, dice Iglesias que él espera siempre a las imágenes para componer -"cuando leo un guión no oigo nada, pero cuando veo imágenes sí oigo cosas"-, que no tiene un estilo de trabajo determinado, y que la libertad se la da la inspiración. A pesar de su larga trayectoria, siente que no ha pasado la sensación de aprendizaje. "Es muy doloroso y al mismo tiempo muy divertido, me encantaría tener mayor fluidez, ser el amo", se lamenta este músico que dice buscar películas que le toquen con las que consiga seducir al espectador. "Todo el cine es una máquina de seducción. La música tiene que ser, como lo es el montaje o la fotografía, una mezcla de seducción y credibilidad".

La versatilidad

Roque Baños cree que un músico de cine tiene que tener la cualidad de la versatilidad. "Los distintos géneros de películas requieren de esa habilidad, de no ser así la capacidad creadora quedaría muy limitada", asegura este compositor nacido en Jumilla (Murcia) en 1968 y que debutó en el cine, casi 30 años después, con la banda sonora de Carreteras secundarias, de Emilio Martínez Lázaro. Baños ve con optimismo el panorama actual de la música de cine -"el momento actual es uno de los más propicios que hemos vivido porque estamos consiguiendo que esa música llegue, de manera más profunda, al gran público"- y apunta la importancia de que cada vez hay más músicos noveles que se están preparando para dedicarse a este ámbito del cine.

Ligado de manera tenaz a realizadores como Álex de la Iglesia (La comunidad, Los crímenes de Oxford) o Daniel Monzón (con el que ha colaborado en todos sus filmes, incluyendo el último, Celda 211), Baños es de la opinión de que los realizadores se están dando cuenta cada vez más de la importancia de la música en una película "por la carga emocional que contiene". "Es capaz de contar sin palabras lo que no se ve en la imagen, es una línea paralela al guión".

¿Cómo se trabaja a las órdenes de un realizador? ¿Dónde encuentra el músico esa libertad tan necesaria para crear?

Baños lo tiene también claro. "El músico de cine tiene libertad para crear, pero siempre atendiendo a las directrices del director o el productor. Para que el trabajo se desarrolle bien, el músico ha de tener una capacidad de comprensión y entendimiento con el director, así el resultado final será mejor para la obra en su conjunto. Y también una mentalidad abierta a los cambios o modificaciones que este nos pueda solicitar". Baños trabaja en la película que acaba de rodar Álex de la Iglesia (Balada triste de trompeta) y para después de verano se pondrá con una nueva entrega de Torrente.

La confianza

Hay muchas maneras de buscar la fuente de la libertad. Lucio Godoy (Paraná, Argentina, 1958) la encuentra cuando siente la confianza del director. O esa confianza o "aquí está mi película, a ver qué puedes hacer con ella". Es una línea muy fina y delicada la que separa ambos conceptos, en opinión de Godoy, un músico unido al cine de realizadores como Fernando León, Miguel Albaladejo o Gerardo Herrero. "Yo pienso que cuando te llaman es que confían en ti y eso me proporciona una gran tranquilidad", asegura este compositor que desde niño, cuando se colaba con su hermano mayor a ver películas de Fellini, ya le llamaba la atención la música que envolvía las historias. Godoy, que durante muchos años trabajó de productor musical con Alberto Iglesias y en películas como

Los otros o Mar adentro, de Alejandro Amenábar, está convencido de que, aunque la música sigue siendo un punto flaco dentro de los presupuestos de un filme, sí ha habido un cambio por parte de la producción para tenerla más en cuenta y, sobre todo, el público que valora la creatividad de las bandas sonoras.

Godoy busca el flechazo, el latigazo interior que le provocan las escenas. "Yo creo que cada película trae una música que está ya ahí y que uno lo que tiene que hacer es encontrarla. Es lo que yo llamo la búsqueda de la música. Lo que más me atrae de mi trabajo es encontrar el tono, la textura y el tempo de cada película. Me invade más la película o los personajes que la propia música. A veces todo sale de un fotograma que te pega fuerte y que sabes que ahí está lo que buscas", asegura el compositor de Los lunes al sol (Fernando León), con el que ganó el premio a la mejor banda sonora de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, mientras ya trabaja en Amador, el filme que el realizador madrileño acaba de rodar.

Suerte y trabajo

Fernando Velázquez es expresivo y hablador. Encantado de aparecer en ese lujoso cuarteto de cine, no para de preguntar e indagar. Fueron muchos años de trabajos casi anónimos y sin cobrar, tanto que su madre se dirigía a él como el "compositor sin fronteras". Especializado en cine fantástico con misterio, muertes y asesinatos, a este vizcaíno de 33 años, becario durante tres en el Teatro Real, le puso en el mapa, como él se encarga de aclarar, la música que realizó para el exitoso título de Juan Antonio Bayona El orfanato. "El mérito es de la película y de su director, yo solo he hecho lo que tenía que hacer y estoy muy orgulloso de ello", dice un día soleado de Madrid, cerca de la casa-estudio que tiene en la capital. De momento, ya tiene listo el score del filme Lope, de Andrucha Waddington, y el encargo de la nueva película de Bayona, The imposible, con Ewan McGregor y Naomi Watts.

Aplica la norma de la flexibilidad con el director para tratar de entenderle y ponerse a su servicio. "El director sabe lo que quiere, pero no sabe cómo se hace. Y ahí estamos nosotros", asegura este chelista profesional, que sueña con llegar al dominio de Alberto Iglesias. "Domina lo que hace y lo lleva adonde quiere. Es capaz de crear la realidad".

La despedida

Los músicos, disciplinados y colaboradores, se van despidiendo paulatinamente, tras ir posando uno a uno para fotografías individuales. Todos quedan de nuevo para verse ya más relajados con familia e hijos. ¿Se verán? A todos nos queda al menos esta mañana en el Real, agradable y productiva.

De pie, de izquierda a derecha, Lucio Godoy, Fernando Velázquez y Roque Baños. Sentado, Alberto Iglesias.
De pie, de izquierda a derecha, Lucio Godoy, Fernando Velázquez y Roque Baños. Sentado, Alberto Iglesias.GORKA LEJARCEGI

Pedro Almodóvar sobre Alberto Iglesias

Alberto Iglesias proporciona compañía y cobijo. Es como un techo cuando llueve y un vestido cuando se está a la intemperie. Mis películas nacen con vocación musical y él sabe llenar esa necesidad de un modo preciso, paciente, generoso.

Daniel Monzón sobre Roque Baños

Una de las razones de por qué hago cine es para poder trabajar con Roque. Me aporta todo aquello que yo no sé alcanzar con la imagen, una atmósfera, un clima. Más que música, lo que hace es cine, siempre pegado a la historia. -

Juan A. Bayona sobre F. Velázquez

Su música aporta sentido emocional. A la vez que se desarrolla la trama, los protagonistas viven un proceso interno más abstracto que no es expresado con palabras sino con música. El discurso ha de fluir natural y no subrayar lo que es obvio.

Fernando León sobre Lucio Godoy

Sentimental, transparente y discreta. Peleada con la alegría, pero también con la tristeza; soleada, melancólica, próxima..., así es la música que Lucio ha hecho, hace hoy para mis películas. Música que es emoción, esperanza, herida abierta. -

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