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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ke$ha o el hedonismo fulgurante

La nueva tigresa del pop 'bailongo' arrolla en su primera visita a la capital

Veinticinco minutos le bastaron ayer tarde a Kesha Rose Sebert, más conocida en el negociado del pop como Ke$ha, para dejar claro quién va a mandar este verano en las pistas de baile, los recintos feriales, los karaokes y hasta los chiringuitos playeros. La jovenzuela del Tik tok pasó por Madrid como una exhalación, sujeta a esas agendas vertiginosas que se gastan las estrellas de nuevo cuño, pero las cinco canciones que desparramó en su "concierto secreto" de la sala Penélope (había que imprimir la página de una red social para obtener entrada) fueron suficientes para perfilar una intuición: se avecina huracán, apuntalen bien los ventanales por si el vecino sube demasiado el estéreo.

Le bastaron 25 minutos para decir quién va a mandar en la pista de baile

Ke$ha acaba de cumplir 23 años, gasta un carácter entre espídico y expansivo y parece dispuesta a merendarse el mundo, los escenarios y una parte relevante de su audiencia. Todo en los prolegómenos requería el empleo del comparativo de superioridad. Estaban convocados los chicos con los tupés más trabajados de todo el campus, las mozas con los peinados de Cleopatra más fatales del estilismo moderno y los fotógrafos freelance con los escotes más descocados de la tormentosa primavera.

Hasta el famoseo también presumía de ser el más apolíneo, con la mocedad de Física o química y Aída levantando suspiros y flashes a su paso. En cambio, apenas se dejaron ver adolescentes, pese a que no se ofrecía alcohol para que pudieran acceder. Barruntamos que hay mucho papá escaldado tras comprobar este fin de semana cómo la seráfica Hannah Montana puede transformarse en la lúbrica y libertina Miley Cyrus.

En lo musical, Ke$ha es coherente con la música de sala que escoge para amenizar la espera: clásicos de Prince salpicados con algo de AC/DC y macarreo hiphopero. Porque su música es, ante todo, bailonga, frenética y desinhibida, con mucha producción discotequera, pero no renuncia al fraseo del rap ni a algún guitarrazo. Los propinaba un muchacho enmascarado, melenudo y en camiseta de tirantes, contrapunto cheli al cuero y la brillantina en el rostro de la jefa de filas.

Los picos pardos y demás exaltaciones de la vida crápula constituyen el meollo ideológico de la muchacha, que en su pieza más popular anima a "luchar esta noche hasta que veamos amanecer". Ke$ha adopta pose de tigresa, como corresponde a quien ha debutado con un disco titulado Animal, y sus fieles le responden con máscaras y pinturas de felinos. Todo resulta lo bastante seductor, hedonista e irrelevante como para que la rubia de Los Ángeles haya protagonizado una cabecera de Los Simpson, le tome la delantera a Britney Spears y aspire al cetro de Lady Gaga, la otra gran diva de la temporada. Un apunte: la intérprete de Bad romance también comenzó el año pasado con un concierto privado en el club Ocho y Medio, y ayer había tortas en Preciados para comprar entradas para su visita de diciembre.

La joven estrella de las pista de baile Ke$ha, en su concierto "secreto" en la sala Penélope.
La joven estrella de las pista de baile Ke$ha, en su concierto "secreto" en la sala Penélope.ÁLVARO GARCÍA

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