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Reportaje:Economía global

Etiopía, progreso lento

Los expertos recomiendan al nuevo Gobierno una liberalización económica para ahuyentar la pobreza

Etiopía no ha sido inmune a la crisis económica. El país ha logrado crecer un 10,1% el último año fiscal, pero no ha podido contener la inflación, que se disparó un 36% durante 2009. Estos datos mantienen a Etiopía como la economía de mayor crecimiento de esta década en el África subsahariana, pero no han evitado que siga siendo uno de los países más pobres del mundo, con uno de los peores índices de desarrollo humano y con una estructura económica frágil y extremadamente dependiente de las crisis alimentarias.

El pasado 23 de mayo, los ciudadanos etíopes acudieron a las urnas para elegir presidente. El proceso se ha saldado a favor de Meles Zenawi, que seguirá gobernando Etiopía si se confirman las encuestas que le dan una aplastante victoria. En principio, cinco años más de Zenawi y de su "democracia revolucionaria" -en el poder desde 1991- garantizan una continuidad en las políticas económicas puestas en marcha hace 20 años, marcadas por el centralismo estatal, el control productivo, el peso excesivo del sector agrícola y la dependencia de la ayuda exterior.

La agricultura da trabajo a ocho de cada diez etíopes

Esta estructura ha permitido a Etiopía crecer una media del 11% desde 2004, pero no ha reducido sus elevados niveles de pobreza, actualmente en el 39% de la población. ¿Por qué? Etiopía tiene un PIB de 26.500 millones de dólares y unas exportaciones de escasos 1.400 millones, pero con 80 millones de habitantes. La paradoja de su elevada población y su escasa fuerza económica la encontramos en la infrautilización de su capacidad productiva, lastrada por décadas de control estatal de la economía centrada en el autoabastecimiento alimentario.

Esto explica además el peso de la agricultura, que representa el 44% del PIB -el 80% de la fuerza laboral-, por sólo el 14% de la industria. En declaraciones recientes, miembros del Gabinete de Zenawi han confirmado su voluntad de comenzar la transición hacia una economía centrada en la producción y la manufactura, pero no han anunciado acciones concretas para lograrlo. El Ejecutivo tampoco explica cómo espera sustituir el peso en la economía de la ayuda internacional, que ha financiado casi el 30% del coste de la reciente construcción de carreteras, embalses, edificios y puentes, la gran baza electoral de Zenawi.

Los analistas coinciden en que la asignatura pendiente de la Administración es la liberalización de los sectores productivos, que facilitaría la llegada de inversores extranjeros y privados -casi inexistentes en la economía etíope- y la recaudación de impuestos al capital. Los ministros de Zenawi se justifican diciendo que el sector privado no ha mostrado voluntad de asumir los costes del desarrollo de servicios básicos, pero lo cierto es que no existe una fiscalidad ni una legislación que haga posible la llegada de empresas foráneas al país.

Esta liberalización se hace necesaria para combatir la debilidad exterior de Etiopía y su infradesarrollo tecnológico. También ayudaría a asegurar el abastecimiento de la población y a mejorar su calidad de vida. Para ello se deberían acometer importantes reformas, como la rapidez en la concesión de préstamos y el crédito al sector privado, la apertura de los mercados de telecomunicaciones y los servicios de electricidad y la promoción de un sistema burocrático eficiente y eficaz. -

Dos trabajadoras preparan flores para la exportación en Adis Abeba.
Dos trabajadoras preparan flores para la exportación en Adis Abeba.REUTERS

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