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Tentaciones
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Entrevista:LIBROS

Provocación en clave 'pulp'

Soy peruana. Esto solo sirve para explicar algunas cosas. Por ejemplo, el por qué estoy sentada en el minúsculo restaurante Xuqui de la calle de la Independencia de Barcelona frente a un cebiche mixto y al escritor Hernán Migoya (Ponferrada, 1971), mientras suena el hit de Wendy Sulca y un crepitar de chicharrones en los fogones y preguntamos, sofocados, a sugerencia del autor, por el menú de cuatro euros con ochenta.

La culpa de que a un español mediterráneo como Migoya este ambiente le parezca "sublime" la tiene una peruana que no soy yo, a la que conoció en un chat y con la que viajó enamorado a Lima para casarse de blanco. Quién diría. Estamos hablando del autor de Todas putas. El polémico librito le costó los apelativos de misógino y violador. De las 13 horas preparatorias que pasó encerrado en un claustro recibiendo junto a otras parejas el catecismo matrimonial nace Quítame tus sucias manos de encima (editado en Norma), una epopeya poética de amor, persecución, sexo y violencia equivalente a la operación de convertir el realismo peruano en una novela de género fantástico: como si Charlton Heston hubiera caído sobre el desierto de Nazca (el título de la novela es la primera frase que suelta Heston a los monos) o como si el Conan de Robert E. Howard (a quien está dedicado el libro) hubiera nacido en el Amazonas. "Soy europeo", declara Migoya, "de un mundo donde la gente carece de energía vital, lo que nos hace mirar al tercer mundo como si fuera el paraíso perdido. Pero eso es una estupidez. Yo me siento muy vivo en el salvajismo, pero no perdono al salvaje, no lo idealizo".

"[El mundillo literario] no soporta mi arrogancia y yo no soporto su esnobismo"

El choque cultural entre la supuesta civilización —encarnada en la pareja de novios pijos latinoamericanos, John Figueroa y Nancy Veles— y la barbarie de gurús asesinos da como resultado esta aventura, tributo al pulp más trepidante, desde la edad dorada de la literatura fantástica estadounidense de Richard Matheson a las novelas de quiosco firmadas por el catalán José Mallorquí, como El Coyote, ambas obras claves de un adolescente Migoya, hoy además de novelista, guionista de cómic. Siguiendo esta estética, la novela está ilustrada por cincuenta dibujantes nacionales y extranjeros encabezados por Peter Bagge, el de Odio, autor de la portada y del que Migoya es traductor en España.

La imaginería peruana y latinoamericana redescubierta por Migoya incluye momias de niños muertos milagrosos y niños vivos que se lanzan sobre los coches a pedir limosnas; "un racismo", explica el autor, que de tan bárbaro parece de "ficción". "El mismo que hace que hasta en los hogares más progresistas las asistentas todavía coman de pie en la cocina, entre otros ecos coloniales. Algo que hace pocos años ocurría en España, pero lo hemos olvidado". Si la historia estuviera contada en clave realista, lo real hubiera sido difícil de creer: "Lo mío es una especie de tesis contra lo real-maravilloso, es lo maravilloso-real". Tal golpe de realidad y tal exuberancia vital sin duda han logrado influenciar a un hijo de la "generación probeta", la de los primeros chicos españoles que crecieron siendo absolutamente mimados y cuya vida de ficción consiste en descargarse series de televisión, jugar a la PlayStation y leer cómics.

Migoya retrata satíricamente una sociedad con profundos sentimientos de inferioridad económica y cultural, donde el foráneo siempre es el héroe: "Para alguien como yo, charnego de clase obrera, víctima de una especie de mala conciencia judía por pensarse español en Barcelona, ha sido impresionante de repente llegar a un sitio donde basta decir que vienes de España para que se te abran todas las puertas. Me hicieron sentir de sangre azul. Me sentí como una prostituta valorada, como Rita Hayworth o como Lawrence de Perú".

Sin embargo, el choque cultural, admite, podría haber sucedido en la India o Vietnam, en Huelva o en Soria. Ahora, si Migoya tuviera que retratar el subdesarrollo español y su salvajismo, fiel al estilo que lo ha consagrado, escogería el País Vasco: "En su núcleo, los vascos son tan tradicionales, beatos y brutos que parecen los únicos españoles puros".

El escritor tiene sus días contados en España: "Voy a nacionalizarme peruano", anuncia, "porque nadie quiere ser peruano. Eso le da al pasaporte de ese país un aura romántica que me atrae enormemente". En cuanto a su pertenencia al mundillo literario, está aún más de salida: "Ellos no soportan mi arrogancia y yo no soporto su esnobismo". Por si acaso, es decir, por si la crítica no le rinde pleitesía por Quítame tus sucias…, solo por su polémico apellido, Migoya ha decido que usará un seudónimo para firmar su próximo libro: "Creo que si no saben que lo he escrito yo me amarán".

Quítame tus sucias manos… está editado en Norma.

Hernan Migoya rodeado de sus mejores amigos.
Hernan Migoya rodeado de sus mejores amigos.RAQUEL CALVO

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