Joyita con talentos

Se da la coincidencia feliz de que esta primeriza obra de tres jóvenes bailarines, ya expertos y con muchas tablas, resulta una verdadera joyita del género. Un debú de confirmación que pone claro que tanto David Coria como Guadalupe Torres y Jonatan Miró son tres valores en alza.

A su baile prismático, rico y lleno de matices, unen intensidad, limpieza y buen gusto. David y Jonatan pasaron por el Ballet Nacional de España, que en cierto sentido debe ser su casa natural de desarrollo, sobre todo con demostraciones tan evidentes de talento. No sobran bailarines así, pero la realidad de los artistas de la danza es cruda en todos los sectores. Si se quiere ver así, en esta obra quieren hablar de esto también bajo la cuerda de unas bulerías o de una seguiriya.

Momentos tiene una línea argumental que remite al teatro del ballet flamenco de tradición. Las grabaciones vernáculas que abren el espectáculo como fondo sonoro sitúan ya al espectador en un mundo recurrente en blanco y negro -acaso una sala de cine de pueblo-, de sombras intensas y de cierto sabor amargo. No hay propiamente una narración, sino el tejido de una atmósfera que remite a la vida de los artistas, algunos errantes y otros en el duro quehacer de los cafés y tablaos. Si a todo ello se suma una buena música, luces eficientes y un vestuario discreto pero entonado a la intención, el resultado es positivo por casi todos los ángulos.

Como a tantos ballets flamencos actuales, le sobra metraje. Los interludios musicales se extienden en demasía y la abundancia de oscuros hace baches innecesarios. Estos bailarines no necesitan alargar sus intervenciones: tienen fuerza y alma; demuestran con creces lo que pueden dar. Un baile demasiado largo puede arruinar un efecto positivo: es una ley del teatro.

Coria y Miró son muy distintos, cada uno en su excelencia. Mientras Coria resulta más preciso y pegado a la tierra, Miró despliega un lirismo particular que no elude el virtuosismo: sus vueltas ligadas y con brío, arrancaron al público. El baile que han titulado Solana demuestra su intensa búsqueda en las raíces de los bailes populares, pero llevados a su propio terreno, a un estadio de sobria modernidad.

El Zapateado final en trío les permitió una vez más dotar de geometría coreográfica a elementos que están presentes siempre en la actuación de un artista de danza española, y es precisamente allí donde la creatividad encuentra filón y lustre.