"Nadal y yo no necesitamos traductor"
"El año pasado, mi hijo Aidan subió emocionado del sótano. '¡Acabo de ganar el Abierto de Australia!', me dice. '¡Acabo de ganar a Roger Federer!'. Estaba jugando al tenis con la Wii. Y le contesté: 'OK, ya se lo contaré a Roger".
Adam Helfant puede referirse al mejor jugador del planeta simplemente como Roger porque es el presidente de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), que rige los destinos del circuito masculino. El ejecutivo, que sigue atentamente las elecciones a la presidencia del Barcelona, tiene un trabajo difícil: dirige un deporte embrollado por intereses cruzados, por cientos de torneos que copan el calendario, miles de jugadores que reclaman más días de descanso. Esta mañana, inmaculado de chaqueta y corbata, se sienta en el restaurante de jugadores frente a un cruasán y unas galletas, sólo toca el café con leche ("soy de desayunos líquidos") y explica qué hay que hacer para manejar los hilos de un negocio con presencia en Europa, América, Asia, Australia y África. Para empezar, mover cubiertos entre bambalinas.
El jefe del tenis masculino tiene una prioridad: lograr que descansen más
Todo arranca hace año y medio en el Rockpool, un famoso asador de Melbourne. A la mesa se sientan Federer y Helfant, recién llegado a su nuevo trabajo. Hablan de oportunidades comerciales, de fútbol y de hockey sobre hielo. Sigue la acción en la misma ciudad, distinto restaurante. En el japonés Nobu, Helfant cena con el estadounidense Andy Roddick. "Y me puse a escuchar. Fue constructivo. Me impresionó". La película de reuniones, el capo con los jugadores más importantes que le van transmitiendo sus problemas, las quejas con el calendario, se cierra con Rafael Nadal y su equipo. "Y es que", cuenta Helfant mientras le da sorbitos al café, "tengo el hábito de hablar demasiado rápido. Necesito acostumbrarme a hablar más lento... pero con Rafa no necesito traductor, aunque sí puede que haya alguien que hable español e inglés delante para ayudarnos. No tenemos problemas para entendernos". Hay sintonía. Durante el curso se suceden las llamadas de teléfono.
Padre de dos hijos, Aidan e Isabelle, Helfant nació en Nueva York y creció fascinado por el deporte, desde el poderoso brazo izquierdo de Guillermo Vilas a la ropa de Björn Borg, "porque eran guays, como estrellas del rock". Hoy, cumplidos ya los 45, es un viajero incansable y nostálgico de su familia, nunca pide autógrafos y recuerda los tiempos en los que estudió en Harvard (derecho), mandó en la Liga de Hockey y se convirtió en el ejecutivo de referencia de Nike.
¿Qué ha aprendido en su año y medio en el cargo? "Que es muy difícil encontrar un tema en el tenis en el que todo el mundo esté de acuerdo", contesta. "Estamos analizando duramente el calendario para crear una postemporada más importante que la que hay, para que los jugadores se puedan recuperar y trabajar en su forma y su juego. No hay una solución fácil, pero es una prioridad y hablamos de un número importante de semanas: cuando los jugadores no están en la pista, la gente tiende a darse cuenta", ironiza.
Antes de marcharse, Helfant habla de los buenos viejos tiempos. "Recuerdo cómo iba a comer al Botafumeiro en Barcelona. Soy estadounidense, así que no crecí viendo mucho fútbol... pero es difícil ir al Camp Nou, ver jugar al Barcelona o a Brasil, y no quedarse embelesado".
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