La nueva jungla universitaria

La nueva jungla universitaria tiene 191 carreras, todas se llaman grados, pero ahí termina la simplificación. Las cinco universidades públicas valencianas han perdido la oportunidad de racionalizar su oferta aprovechando el paso al sistema de Bolonia. Salvo la Politécnica, que ha hecho un esfuerzo de reducción, y descontados los cambios impuestos por el Gobierno (Magisterio ha pasado de siete titulaciones a dos), las facultades no solo no han disminuido las carreras sino que en algún caso las han aumentado.

Se han mantenido títulos con bajísima demanda, a pesar de que la norma autonómica establece un mínimo de 50 alumnos de nuevo ingreso para considerarlas viables. Y una vez más, la coordinación entre universidades ha brillado por su ausencia.

Los nuevos nombres no ayudan: ¿En qué consiste Ingeniería Multimedia?

Los dirigentes académicos consultados reconocen, en general, lo anterior. Pero extienden las responsabilidades: al Gobierno, por haber dirigido una reforma errática en la que se han acabado por aceptar prácticamente todos los títulos propuestos; y a la Generalitat, desaparecida del proceso. El Consell, que tiene la competencia de autorizar o no los nuevos títulos, se halla, en cierta forma, cautivo de sus actos. El apoyo que brindó a una carrera abiertamente irregular (Medicina en la Universidad Católica) ha debilitado su autoridad.

La impresión de barra libre es aún más notable si a la oferta de las públicas se suma la de las privadas: en total, 310 carreras, incluida una que la VIU (el centro virtual del Consell) ofrece en colaboración con la Católica. Se trata de Magisterio, un título sobradamente disponible en las universidades presenciales.

En un radio de 10 kilómetros en torno a Valencia se pueden estudiar más de 20 carreras del área de Economía, incluida cinco veces la misma: Administración y Dirección de Empresas (ADE). Y entre Alicante, Elche y Orihuela, la oferta económica supera las 15 titulaciones.

La nueva nomenclatura (la reforma eliminó el catálogo cerrado de títulos) tampoco contribuirá a facilitar la elección de los alumnos. Aunque las universidades han tendido a trasladar el nombre de las antiguas carreras a los grados, hay excepciones. ¿En qué consiste Ingeniería Multimedia cuando el mismo campus ofrece también Ingeniería Informática e Ingeniería en Sonido e Imagen? ¿O qué diferencias hay entre la carrera de ADE y la de Dirección de Empresas?

Joaquín Marhuenda, vicerrector de Estudios en Alicante, reconoce que hubiese sido preferible mayor coordinación. "¿Pero hasta qué límite? Si lo que se plantea es la alternativa andaluza, donde la Junta ha fijado qué títulos debía dar cada universidad y cuál debía ser su contenido, tampoco me parece muy razonable", matiza. Isabel Vázquez, que ocupa el mismo puesto en la Universitat de València, señala que aunque no ha habido una reducción de carreras destacable, sí se ha efectuado una racionalización en la oferta de plazas: antes, la Facultad de Economía ofrecía 400 de ADE y 600 de Empresariales (la versión corta de la misma carrera). Y el nuevo grado que las unifica no ofrece 1.000, sino en torno a 500. Miguel Ángel Fernández Prada, responsable de Estudios en la Politécnica, explica que en su universidad (que ha pasado de 48 a 33 títulos) la redistribución de los profesores ha sido menos compleja de lo que cabía esperar: unos se han reciclado en carreras afines, y otros han ganado tiempo para investigar.