Los cines Ideal se llenan para ver el maratón final de 'Lost'

Jaime Díaz, uno de los organizadores del multitudinario y más que exitoso evento, cuenta en voz alta. "Seis, siete, ocho, nueve y diez, hasta aquí", dice y pone cara de circunstancias. Ya no entra más gente. Ochocientas personas. Aforo completo, dos salas hasta arriba, abarrotadas, en los cines Ideal para ver uno de los finales más esperados de la historia de la televisión, el de la serie de culto -al menos para los que ayer se congregaron allí- Perdidos, que lleva seis años lanzando misterios al aire que presumiblemente se desvelarán esta madrugada a las 6.30. A esa hora se emite el último episodio titulado The end.

"Una más, dame una", dice la persona que se ha quedado sin entrar en este maratón organizado por las cadenas Cuatro y Fox para ver el episodio final de la serie. Los dioses son benevolentes y conceden otra decena de entradas. Es medianoche pero hace apenas media hora no cabía un alfiler a la puerta de los cines. Fanáticos, lostadictos y mucha gente joven con poco que hacer hoy porque van a pasar la noche en blanco.

"Una más, dame una", suplica una persona que se ha quedado sin entrar

Se ven menos disfraces de los esperados pero aún así ahí estaba Álex, arrebujado junto a la entrada. Un politólogo en ciernes que ha aparcado esta mañana los libros, se ha enfundado su camiseta de la Iniciativa Dharma y se ha plantado a las diez a esperar. Ha sido el primero en llegar porque el que antes llegara cogía sitio hasta completar aforo. Muestra con orgullo fetichista una caja de cereales Lostis que le han regalado los organizadores por su paciencia. A su lado, sus amigos y compañeros de universidad, algunos vestidos con el mono caqui de rigor, (quién ha visto la serie lo entiende).

"Yo solo espero que no la fiasquen porque esta temporada ha pegado un poco de bajón", cuenta un estudiante de Comunicación Audiovisual. "Que esté entretenida y que cumpla", comentan dos canarios disfrazados de Jack y Sayid (dos personajes de la serie). La expectación es máxima y seguramente cuando usted lea estas líneas sabremos qué habrá ocurrido con el humo negro y qué diablos es esta isla en la que hace seis años se estrelló el vuelo 815 de Oceanic.