Pesadilla
Todo lo relacionado con Cajasur se ha convertido con el paso de los años en una pesadilla para la Junta de Andalucía. Lo fue en los tiempos más duros, con Miguel Castillejo en pleno apogeo librando duros enfrentamientos con Magdalena Álvarez, y lo ha sido ahora. Solo cabe recordar una alegría. El momento en el que se consiguió que la caja cordobesa volviera al ámbito legal de la Administración andaluza, proceso en el que se empleó a fondo en su día José Antonio Griñán, quien sacó provecho a las excelentes relaciones y a la gran capacidad de interlocución que mantenía con el entonces obispo de Córdoba, Juan José Asenjo. Fue toda una victoria moral más allá de lo que significaba para el sistema financiero andaluz contar de nuevo con una de sus entidades más importantes. De aquella etapa levantisca vienen estos tormentos de ahora con una nefasta gestión de por medio, plagada de fotos de tan insigne cura visitando los confortables despachos de la vicepresidencia del Gobierno de Javier Arenas, sí, el mismo que denuncia la excesiva politización de las cajas. Desde luego, debe de hablar con conocimiento de causa, sobre todo, si se tiene en cuenta la última y accidentada experiencia con Rodrigo Rato y Caja Madrid.
Y lo que parecía felizmente reconducido se ha demostrado que en absoluto ha sido así. La abrupta ruptura de las negociaciones, la entrega de la caja al Banco de España, con nocturnidad y alevosía, es tan injustificable que hasta cometen contradicciones a la hora de explicar lo sucedido. Mientras que el actual obispo cordobés, Demetrio Fernández, apelaba a la defensa de los puestos de trabajo, el ex presidente de Cajasur Santiago Gómez Sierra se sinceraba al reconocer ayer que todo se debía a la profunda desconfianza que le generaba el presidente de Unicaja, Braulio Medel. Decir esto, después de meses de negociación es poco creíble y ridículo, máxime cuando se daba ya por cerrado el acuerdo laboral y el institucional entre la Iglesia y la caja con sede en Málaga. En todo caso, no hay que alarmarse más de lo necesario. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio y sobre todo, a los impulsores de esta huida hacia delante ya que, más pronto que tarde, se desvelará el plan B que tenían guardado celosamente para entregar dicha caja a otras manos más próximas a sus intereses ideológicos o políticos y que siempre se han mostrado muy dispuestas a entrar de lleno en Andalucía. Y puede que, otra vez, tropiecen en la misma piedra con lo que la pesadilla podría ser, al final, para aquellos que han pasado con todo el mérito posible a la historia más nefasta de nuestra tierra.
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