"Habrá más crisis del euro y no serán tan fáciles de resolver"
Andreu Mas-Colell (Barcelona, 1944) es una de las mentes más brillantes de la economía española. Catedrático de Economía en la Universitat Pompeu Fabra y presidente de la Barcelona Graduate School of Economics, Mas-Colell ha dado clases de economía en Harvard y Berkeley. Mas-Colell habló con EL PAÍS en la sede madrileña de la Fundación Rafael del Pino, donde pronunció una conferencia sobre la innovación y la investigación como claves del futuro.
Pregunta. ¿Qué le parecen las medidas de ajuste que ha tomado el Gobierno español?
Respuesta. El mayor efecto que podrían tener es cumplir o no cumplir con los compromisos adquiridos por España con sus socios europeos, y que eran rebajar el gasto en 5.000 millones en 2010 y 10.000 millones en 2011. ¿Cumplen ese objetivo? La respuesta es sí. Los mercados deben estar tranquilos.
"Los mercados van a vigilarnos a todos: Gobierno, oposición, sindicatos..."
"Lo hemos probado todo; ahora toca probar la reforma laboral"
P. ¿Era este ajuste lo más necesario en este momento?
R. Europa y los mercados nos han enviado el mensaje de que por ese lado no tenemos política fiscal. A lo mejor no era el mejor mensaje posible, y no puedo decir que me haga feliz. Preferiría que tuviéramos grados de libertad, pero no los tenemos. Por tanto, uno no se puede dar golpes contra la pared, y creo que está bien que el Gobierno no se los diera, que aceptara el ajuste fiscal y que lo esté llevando a cabo.
P. ¿Van a ser necesarios más recortes?
R. La pregunta debería ser: ¿va a haber otro ataque? Yo espero que no, pero nadie lo puede garantizar. En parte va a depender de si se hacen otras cosas, pero cosas de otra naturaleza. Lo que se ha hecho hasta ahora es cumplir el acuerdo, o sea, tapar el agujero. Ha sido algo puramente reactivo. Ahora corresponde tomar medidas más proactivas de reforma económica.
P. ¿Como cuáles?
R. Es inevitable decir que hay que empezar por la reforma laboral. Si se ve que el Gobierno está en una senda de reformas estructurales, la restauración de la confianza será más rápida que si no.
P. ¿Está el Gobierno en esa senda?
R. A mí me toca ser prudente. Es evidente que el Gobierno ha cambiado de opinión en la última semana. Hasta dónde llega esto, no lo sé. Para evitar que haya otra crisis y que haya que volver a cortar de forma intempestiva más miles de millones, el mejor mensaje que se puede enviar es que España está haciendo sus reformas y no está aceptando como una maldición divina que el 20% de su fuerza de trabajo esté desocupada.
P. ¿En qué dirección debería ir la reforma laboral?
R. Yo fui uno de los firmantes del Manifiesto de los 100 [que defiende la desaparición de los contratos temporales y la introducción de un solo modelo de contrato indefinido], así que a él me refiero y preferiría no entrar en detalles. Es mejor llegar a una situación en la que el que pueda trabajar trabaje en lugar de una situación en la que ése no sea el caso. Es mejor para la economía en general, es mejor para las finanzas públicas y es mejor para los trabajadores. Está bien estudiado que la condición de parado es una de las situaciones que crea mayor desazón y congoja a las personas.
P. Más allá de la reforma laboral, ¿cómo puede España crear empleo?
R. Yo empezaría por la reforma laboral. No podemos decir "más allá de la reforma laboral". Lo hemos probado todo menos la reforma laboral, así que ahora toca probar la reforma laboral. Y yo creo en los experimentos; es decir, debemos ser flexibles. Hagamos la reforma laboral; si no funciona, volvamos atrás y probemos otra cosa. El objetivo es disminuir la tasa de desempleo. Estemos dispuestos a experimentar. Se pueden tener modelos teóricos, se pueden tener opiniones, pero la demostración final será si hacemos la reforma y si esa reforma disminuye la tasa de desempleo. Y si no, habrá que hacer otra cosa. No debemos plantearnos esto como una especie de cambio de horizonte mental, sino como algo más pragmático.
P. ¿Qué otras reformas estructurales necesita la economía española?
R. A mí me pesa mucho la reforma de la Universidad. También debe reformarse la formación profesional, la enseñanza secundaria, la primaria... la educación en general, pero en particular la Universidad, que depende mucho de disposiciones legislativas. Sin ser un experto, está claro que la justicia necesita también reformas, igual que la Administración pública... El tema de las pensiones requiere también consideración, aunque me inquieta un poco que un tema como el de la sostenibilidad a largo plazo de las pensiones esté demasiado ligado a la crisis de corto plazo.
P. Da la impresión de que el plan de salvamento aprobado por los líderes europeos no está siendo suficiente como para restaurar la confianza en el euro... ¿Hay final a la vista de esta crisis?
R. La cifra que se puso encima de la mesa [750.000 millones de euros] fue muy considerable, y yo quisiera creer que es suficiente. Ahí entramos todos, no es una cuestión solo de los políticos en el Gobierno; también es una cuestión de la oposición, de los sindicatos... En el caso de España, sin duda, los mercados y las instancias europeas van a estar mirándonos a todos: Gobierno, oposición, etcétera. Y si perciben que nuestro comportamiento, de unos o de otros, es tacticista, o de corto vuelo, van a decidir que no nos hemos enterado, y si deciden que no nos hemos enterado, por ahí vendrán más ataques. Es imperativo el sentido de la responsabilidad de las distintas instancias políticas, entender que en este momento, y a lo mejor la semana que viene es distinto, lo que importa es que hay una percepción externa de que el país en su conjunto está detrás de la consolidación fiscal a la que nos ha obligado Europa. Quiero recordar que en los casos de Grecia, y creo que de Portugal, las medidas de consolidación fiscal gozan del apoyo de parte de la oposición. Deseo que en España también sea así.
P. Parece difícil tal como están las cosas...
R. No lo sé. A lo mejor no nos hemos enterado.
P. Los recientes vaivenes han llevado a algunos a poner en tela de juicio la existencia del euro. ¿Qué piensa usted?
R. El euro existe. Antes de que se creara, yo creía que no se crearía. Para bien o para mal, lo tengo por escrito. Creía que no se crearía por las mismas razones que ahora lo ponen en cuestión: que no hay un Estado detrás de esta moneda. Pero el hecho es que se creó, y a pesar de todas sus dificultades, de todos sus conflictos, sus inercias y sus egoísmos, en Europa sigue habiendo un núcleo importante dispuesto a seguir construyendo Europa. La resolución de la última crisis va en la buena dirección, con la creación de nuevas instituciones europeas y, por tanto, con el fortalecimiento del proyecto europeo. Pero esta no es, ni mucho menos, la última crisis. Esta crisis, si uno la mira desnuda, es una crisis de sustancia menor. Grecia es un país periférico que no practicaba una política keynesiana, sino el descontrol fiscal con ocultación, con la consiguiente desconfianza de los mercados. Luego ha habido contaminación, pero el problema central era fácil, y de solución fácil. Habrá temas en el futuro que son más centrales al sistema y de solución no fácil.
P. ¿A corto plazo?
R. Me refiero al medio y más largo plazo. Me refiero al tema de cuál será la política monetaria del Banco Central Europeo, de cuál será la posición de Alemania, de cuál será la posición del resto de los países. Hay que tener en cuenta un hecho básico que no va a cambiar. Se trata de una discordancia esencial en el sistema: la opinión pública alemana es mucho más restrictiva en política monetaria que la opinión pública de gran parte del resto de Europa. Por tanto, Alemania siempre tenderá a ser partidaria de una política muy restrictiva del BCE, a recordarle constantemente que se debe al control de la inflación y a nada más, y a entender el control de la inflación de forma más restrictiva. Mientras, el resto de Europa tenderá a pensar que hay que mirar favorablemente a políticas expansivas, a que si Europa está contraída es parte de la obligación del BCE tener esto en cuenta. Es un problema que afecta al núcleo del sistema y que no tiene una solución fácil, en contraste con el tema de Grecia.
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