Un pantallón ¿para qué?
Los hinchas sin entrada vieron la final de la 'Champions' en los bares al prohibirse su retransmisión en la calleMiles de 'tifosi' celebran su momento de gloria junto al estadio Bernabéu
El espíritu de Kafka inspiró ayer a los organizadores de la final de la Liga de Campeones. Igual que dispusieron una zona para aficionados del Inter en los bajos de Azca -con una pantalla de siete metros de ancho por tres de alto- luego ordenaron que no se utilizase para ver el partido. A los tifosi sin entrada no les quedó otro remedio que ver la final en los bares cercanos al estadio Santiago Bernabéu.
A las diez de la noche, mientras el Inter escalaba a la cima del fútbol europeo, en el área habilitada para los hinchas italianos se retransmitía en el pantallón la semifinal entre el Inter y el Barça. La narración era en italiano. Una pena que no hubiese una sola camiseta a la redonda con los colores interistas, azul y negro. No había más que algunos policías y grupitos de jóvenes locales. "Yo venía aquí a emborracharme con los italianos, pero ya veo que no hay nada", comentaba extrañado Diego, un chico de 19 años, mientras bebía a morro una litrona. "Al menos podemos aprovechar para beber en la calle". Cierto. Las fuerzas del orden no hacían el más mínimo gesto por impedirlo, aunque sea una actividad prohibida por el Ayuntamiento.Un miembro de la organización de la zona para aficionados aseguró que fue la UEFA quién ordenó que no se pudiese ver la final entre el Inter y el Bayern en la calle.
"Organiziazione non buona". Venanzio, conductor de un autobús de interistas, se volvió al vehículo cuando supo que no había nada que ver. Pero el chasco de los italianos se diluyó a partir de las 22.30, cuando su equipo ganó su tercera Copa de Europa. Ninguna pantalla inútil podía descentrar a los tifosi de su momento de euforia masiva en la capital de España. A esa hora se oía un rumor abrumador dentro del Bernabéu y fuera Gianpietro, aficionado de Brescia, se acordaba del padre del gran Inter de la década de los sesenta, el entrenador español que ganó las dos únicas Copas de Europa que tenían: "Helenio Herrera está en el cielo fumándose un puro por la victoria", decía con un habano en la boca.
Los alemanes se fueron con las orejas gachas. "Gasté todos mis ahorros por estar aquí, 500 euros, y ahora... es demasiado dramático", confesaba Gero, un alemán de 17 años con una borrachera melodramática.
A las doce de la noche la marea neroazurri seguía desfilando junto al fondo norte del Bernabéu. Un grupo de madridistas jaleaba a los italianos, agradecidos porque hubiesen eliminado al Barcelona. "Hubiese sido la tercera guerra mundial", dijo Charly, socio del Real Madrid desde la cuna, imaginándose al equipo culé ganando la Champions en su estadio. Los tifosi no les hacían mucho caso. Seguían a su aire. Claudio definía el triunfo en tres palabras: "Fantástico. Specttacolo. Strepitoso".
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