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Pequeños 'vicios' de un gran saqueador

Millet no escatimó en lujos con cargo al Palau de la Música: se compró desde un Ipod personalizado a un estanque para peces

Fèlix Millet trabajó su saqueo confeso del Palau de la Música (la investigación lo sitúa en 35,6 millones de euros) sin dejar un cabo suelto, cargando hasta el último céntimo de sus gastos a la institución. Tal era su ansia recaudatoria que pagó con el dinero del Palau la boda de su hija y exigió a sus consuegros la mitad: un negocio redondo para Millet.

Las facturas de la ampliación de la mansión que los Millet tienen en L'Ametlla del Vallès, en poder del juez Juli Solaz, descubren a un hombre detallista, que decoró su casa sin escatimar en lujos: pagaba el Palau. Según la documentación, Millet desvió de la fundación del coliseo 1,9 millones de euros para costear la reforma, todo mediante facturas falsas que se encargaba de gestionar el ex director financiero, Jordi Montull. El procedimiento era siempre el mismo: Millet recibía los albaranes correctos, y con un bolígrafo corregía los "errores". Así camuflaba su saqueo.

La entidad pagó 850 euros por un mando a distancia sumergible
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- Electrónica. Millet se construyó un pequeño auditorio, con equipos tecnológicos que pudo cargar al Palau fácilmente. Camufló un Ipod de 120 gigas con la serigrafía personalizada, que costó 343,5 euros, como "control de iluminación del Pequeño Palau". Lo que en can Millet era la instalación de un equipo de iPlus con disco duro, en las cuentas del coliseo era una revisión de control remoto. El auditorio incluía una pantalla gigante de 12.000 euros y detalles como marcos de 300 euros para las pantallas táctiles que controlan el hilo musical en su casa.

- Piscina. Había gastos, sin embargo, difíciles de justificar. Para estos casos Millet se valía presuntamente de dinero en efectivo. La piscina interior de su casa, que costó más de 90.000 euros, la pagó al contado al no poder camuflar la factura. Sí que pudo falsificar el coste de los complementos, como los acabados en madera y los baños anexos, cuyas lujosas puertas le costaron al Palau casi 4.000 euros. Aparte de la piscina, Millet se hizo construir un estanque artificial para peces en su jardín que costó 18.000 euros.

- Comodidad. La subvención permanente en la que vivía Millet le permitía ser una persona acomodada. Lejos de mostrarse como un manitas en casa, facturó al Palau desde cambios de bombillas a la instalación de electrodomésticos; incluso un día pidió una reparación de emergencia porque le saltó el diferencial del contador de la luz. En otra ocasión, hizo pagar 9.229 euros por tener durante 38 días un técnico de instalación las 24 horas. No descuidaba un ápice su comodidad: cargó al Palau los 850 euros que costaba el primer mando a distancia del mundo sumergible para cambiar de canal mientras se bañaba en su piscina, en su jacuzzi o en su spa. Pese a que todo lo pagó el Palau, de momento, el juez Solaz lo mantiene en libertad y puede seguir disfrutando de sus caros caprichos.

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