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Reportaje:EN EL CAMINO

Guardiana de las zapatillas del obispo

La marquesa italiana Simonetta Dondi dirige el museo de la catedral de Mondoñedo

Simonetta Dondi (Padua, 1961) es doctora en Historia por la Universidad de Padua, especialista en esa misma Historia que reserva un lugar privilegiado a su apellido: Dondi Dall'Orologio. En el siglo XIV, un antepasado suyo, Jacopo Dondi, inventó el reloj astrológico y por eso sus descendientes lucen desde entonces, pegadas a su apellido, las palabras Dall'Orologio ("del reloj"). Simonetta Dondi, marquesa Dall'Orologio, se estableció hace seis años en Mondoñedo, donde dirige el Museo Catedralicio.

Simonetta hace un recorrido por su árbol genealógico a la vez que va mostrando el museo mindoniense. Empieza allá por el 1344, cuando Jacopo Dondi, médico, astrólogo y filósofo, amigo de Petrarca y pionero de la arqueología, diseñó en Padua un reloj capaz de reproducir los movimientos del sol, la luna y los planetas, que era capaz de indicar la duración del día en Padua, e incluso de contar el tiempo en franjas de 10 minutos. El reloj original fue destruido, pero una copia puede verse aún en la torre de la plaza de la Signoria de Padua. La reproducción del original, obra de su hijo Giovanni, se conserva en el Museo de la Ciencia y la Técnica de Milán. Por ese logro, la efigie de su antepasado luce también entre las de los ilustres que bordean el canal del Prato della Valle de la ciudad italiana. No es su único pariente ilustre: "Por ahí hay también un ancestro nombrado Barón del Reino de Italia por Napoleón", cuenta.

Un antepasado suyo inventó en el siglo XVI el reloj astrológico
La Iglesia expone el calzado que los niños ponían a los prelados

Dondi salta de la historia familiar a la propia. En 1987, llegó a Madrid para participar en unas jornadas de jóvenes europeos y conoció a uno español con el que se casó al año siguiente. Vivieron 12 años en Gran Canaria, hasta que decidieron abandonar la insularidad por un espacio más amplio. "Me habían comentado que el norte de la Península se parecía mucho al norte de Italia y tenía ganas de conocerlo", explica. Aceptaron la invitación de una amiga para ir a Mondoñedo, y acabaron comprando una casona en ruinas, el pazo de San Isidro, para restaurar.

Consiguió que le convalidaran su título de licenciada en Historia y con la acreditación en mano fue a pedir empleo como profesora al Seminario. No había vacantes en la docencia, pero sí en la portería, y Simonetta aceptó. "Fue una gran experiencia tratar con los peregrinos que llegaban y yo misma fui muy bien acogida", dice. Al poco tiempo, el obispo Gea Escolano le ofreció el puesto en el museo de la catedral, que iba a quedar libre por jubilación. En él lleva ya desde 2004.

Simonetta hace de todo: dirige el museo, guía visitas, y echa una mano en lo que puede. Un peregrino alemán se acerca para solicitar el sello acreditativo. Es la tercera vez que recorre la Ruta Xacobea, esta vez por el Camino Norte. "Los alemanes son los que hacen el Camino con más espiritualidad", comenta Dondi, que recuerda a otro que llegó caminando desde Hamburgo. Su experiencia como peregrina fue de Lourenza a Mondoñedo, suficiente caminata para sus delicados pies.

"Sólo me quejo del frío: una vez tuve principio de congelación y me salen sabañones todos los años". El interior de las dependencias catedralicias es gélido en invierno. "La dureza mindoniense", explica ella.

El museo, restaurado y bien organizado, tiene una interesante colección de relieves ingleses del siglo XV realizados en alabastro, y otras importantes piezas de arte sacro fechadas desde el medievo hasta el XIX. Pero destaca por su originalidad la colección de zapatillas de obispo. Se conservan pares desde los tiempos de Pelayo de Cebeira -obispo entre 1199 y 1218- hasta 1962, cuando se cambió la tradición con el Concilio Vaticano II. "Era tradición besar las zapatillas del obispo, y eran los niños del Seminario quienes se las calzaban", explica Simonetta. También había un código de colores: verdes para los días ordinarios, rojas de los mártires, moradas de Cuaresma y Adviento, blanco solemne, y celeste para el día de la Inmaculada.

Como éste, son muchos los detalles de simbología religiosa que Simonetta explica cada día a los peregrinos. Entre las anécdotas que guarda, cuenta cómo una peregrina se mostró extrañada de que San Pedro le entregase un cepillo de dientes a Cristo. "Eran las llaves", dice sonriente. Y se nota también el cambio de cultura de las nuevas generaciones: "Una niña me preguntó si podía coger la música del órgano por bluetooth".

Simonetta quiere pasar su futuro contando el pasado desde Mondoñedo. Para la jubilación, tal vez regrese a Padua, a la vivienda familiar medieval de la calle Orologio, donde nació, para recuperar su historia viendo pasar el tiempo a través del reloj de Jacopo Dondi.

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