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Reportaje:Estilos

Videoarte para ver en un iPod

Nuevos formatos de exposición y precios bajos marcan la feria Loop

En el estadio se percibe la tensión de los partidos decisivos. Aún faltan horas, pero los ultras, uniformados con los colores de su equipo, van instalándose en las gradas y desplegando sus pancartas. Lo raro es que, en lugar de los habituales mensajes de ánimo a su escuadra o insultos al contrincante, esta vez se leen frases de intelectuales revolucionarios de la década de 1960. Los responsables de la acción, grabada durante un verdadero partido de fútbol y protagonizada por un verdadero grupo de hinchas, es el colectivo Democracia, conocido por obras que barajan el concepto de espectáculo social, como Welfare State, donde se escenifica el desalojo real de un barrio chabolista, como si se tratara de un reality show. Ambas piezas se pueden ver en la habitación de la galería ADN del hotel Catalonia Ramblas de Barcelona, que acoge, desde ayer y hasta el sábado, la octava edición de la feria de videoarte Loop.

En esta edición no hay especial fantasía en los montajes

El certamen, que reúne 35 galerías de 11 países, ofrece varios estrenos y consigue mantener la calidad de las propuestas, así como contener los precios, que van de los 800 euros de la animación de Mike Barzman (Kim Lighbox) a los 40.000 euros de los inmigrantes taiwaneses rechazados de Chieh-jen (La Fábrica), si bien la mayoría de las obras no supera los 10.000 euros.

La acción ritualizada, interpretada por performers o gente anónima, según el guión o las instrucciones de un artista, convertido en director de una puesta en escena, que oscila entre cine, teatro e intervención callejera, protagoniza numerosas piezas. Es el caso de Julika Rudelius (Galerie Hauff), que invita un grupo de niñas a actuar como adultas en una fiesta y luego a destruirlo todo, o de Perejuame (Joan Prats) que graba la tala de un alcornoque y su arrastre hasta el mar.

En muchos casos el protagonista de la acción es el propio artista. Así en la serie Mear en espacios públicos y privados, Itziar Okariz (Pérez de Albéniz) no tiene reparo en filmarse mientras realiza -de pie, todo sea dicho- la cotidiana acción. Fascina cómo la silueta de Jeannette Ehlers (Rohde), cuyo cuerpo ha sido borrado digitalmente, baila una danza vudú de sus antepasados de las Indias Occidentales en la casa del primer ministro de Dinamarca, un edificio construido por un traficante de esclavos.

Este año no hay especial fantasía en los montajes y en general los vídeos se presentan en pantallas, a menudo fragmentadas en diversos espacios visuales. También hay excepciones como los vídeos para iPod de la galería portuguesa Vera Cortês y las insólitas propuestas de la berlinesa Metro con un diminuto vídeo de tres milímetros (parece una masturbación, pero es imposible asegurarlo) o las olas en blanco y negro, que se proyectan en el lavabo. El Espai Visor de Valencia es la única galería que realmente altera la naturaleza de la habitación del hotel con un montaje de varias piezas de Sanja Ivekovic, en el cual destaca la reinterpretación audiovisual de una célebre performance de 1982, que acaba de estrenarse en el MoMA de Nueva York.

John Wood y Paul Harrison, en un vídeo en la galería Vera Cortés de Lisboa en la feria Loop.
John Wood y Paul Harrison, en un vídeo en la galería Vera Cortés de Lisboa en la feria Loop.MARCELI·LÍ SÀENZ

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